Diego “Cheito” Grijalva, el mensajero de la salsa
Siempre habla de recuperar la salsa y apoyar a los nuevos talentos de este género. Entre sus referentes están Cheo Feliciano, Tito Nieves y Rubén Blades. Aparte de la salsa, le gusta la música folklórica y el vals peruano. Desde 1981 está en la radio y tiene 40 años de vida profesional. Algunos de sus familiares querían que sea médico o diplomático, pero le ganó la comunicación. Ha laborado en Súper Canal 12 de Sangolquí, La Rumbera, Sucre, Democracia AM, Centro, Genial y ahora tiene su propia radio on line Swing Latino Ec.
Diego “Cheito” Grijalva empezó con el gusto por la comunicación desde muy niño, a los nueve años. Su abuelo paterno, Pedro Grijalva, le regaló por Navidad una grabadora de periodista que era de casete y colgante, no las de mano que vinieron más luego. “Yo venía cargado esa grabadora para todo lado. Jugando con mis primos y los vecinos del barrio, haciéndoles entrevistas”. Esos fueron los primeros indicios en los que se forjó en esta carrera.
Su padre era músico, era saxofón. Un tiempo también hizo radio. Su madre, Gladys Haro, fue maestra de los colegios Quito Luz de América, Alejandro Von Humboldt y Panamericano. Diego nació el 15 de marzo de 1963, en la Clínica América, que funcionaba por la Escuela Espejo. Estudió en la escuela Hermano Miguel-La Salle, en San Blas; y luego pasó al frente al colegio La Salle, ubicado por la Basílica del Voto Nacional, por la calle Caldas. Cuando tenía 15 años, estaba en tercer curso, inició su curiosidad por los medios de comunicación. Se contactaba y “travesuriaba”, vía telefónica, con los programas favoritos de la época en las radios Atahualpa y Presidente. Recuerda uno de los avances: “Radio Presidente… Estamos en la avenida Amazonas, entre Roca y Carrión. Altos de parrilladas Pototo”.
Diego se ganaba premios en las emisoras. Le entregaban un disco de 45 revoluciones que iba a retirar con todo el gusto del mundo. También un paquete de maicena Iris, en Radio Punto 83, que era la Voz del Tránsito Nacional. “El bichito de la radio” le fue gustando más al conocer los estudios de locución, cuando iba a retirar los premios. Quería saber dónde estaba el locutor y cómo se manejaba la radio.
En una de esas visitas, Alan Flores Valenzuela, locutor de Radio Presidente, le permitió ingresar a la cabina de locución. “Eso se quedó en mí. Luego conoció a otro personaje de la radio, el Dr. Carlos Bracho Velasco, que era director de Radio Visión. Había un programa que se llamaba MusiVisión Lark, a partir de las 16:00. Estaba en el cuarto piso del edificio San Blas. Después la estación se trasladó a Guajaló. Al sur de Quito, donde tenían los transmisores, que era un galpón, y hasta allá se dirigió Diego. Ahí conoció a Ramiro Padilla, operador de controles. Podía divisar los tornamesas que eran extremadamente pesados. “En ese tiempo, ir para Guajaló era como hoy, en diferencias y en relación de tiempo, viajar a Latacunga o Ambato, porque en esa época las calles no eran pavimentadas, ni empedradas. Eran lastradas de tierra y tocaba pasar por charcos y lodo…”.
Diego, por situaciones de la vida, en quinto curso salió del colegio La Salle y empezó a trabajar. Se graduó en el colegio Mejía. Trabajaba de mañana y tarde y en la noche estudiaba en el plantel fiscal capitalino. La infancia y juventud de Diego se desarrolló por la zona de San Blas, La Basílica y el Colegio Mejía. Luego se trasladó a la ciudadela México frente al Colegio Montúfar. Se graduó del colegio e inició con la radio…
La noticia completa en el siguiente link: https://bit.ly/3mNxKlP
El video en el siguiente link: https://bit.ly/3bQOWAO
Видео Diego “Cheito” Grijalva, el mensajero de la salsa канала Iliana Cervantes Lima
Diego “Cheito” Grijalva empezó con el gusto por la comunicación desde muy niño, a los nueve años. Su abuelo paterno, Pedro Grijalva, le regaló por Navidad una grabadora de periodista que era de casete y colgante, no las de mano que vinieron más luego. “Yo venía cargado esa grabadora para todo lado. Jugando con mis primos y los vecinos del barrio, haciéndoles entrevistas”. Esos fueron los primeros indicios en los que se forjó en esta carrera.
Su padre era músico, era saxofón. Un tiempo también hizo radio. Su madre, Gladys Haro, fue maestra de los colegios Quito Luz de América, Alejandro Von Humboldt y Panamericano. Diego nació el 15 de marzo de 1963, en la Clínica América, que funcionaba por la Escuela Espejo. Estudió en la escuela Hermano Miguel-La Salle, en San Blas; y luego pasó al frente al colegio La Salle, ubicado por la Basílica del Voto Nacional, por la calle Caldas. Cuando tenía 15 años, estaba en tercer curso, inició su curiosidad por los medios de comunicación. Se contactaba y “travesuriaba”, vía telefónica, con los programas favoritos de la época en las radios Atahualpa y Presidente. Recuerda uno de los avances: “Radio Presidente… Estamos en la avenida Amazonas, entre Roca y Carrión. Altos de parrilladas Pototo”.
Diego se ganaba premios en las emisoras. Le entregaban un disco de 45 revoluciones que iba a retirar con todo el gusto del mundo. También un paquete de maicena Iris, en Radio Punto 83, que era la Voz del Tránsito Nacional. “El bichito de la radio” le fue gustando más al conocer los estudios de locución, cuando iba a retirar los premios. Quería saber dónde estaba el locutor y cómo se manejaba la radio.
En una de esas visitas, Alan Flores Valenzuela, locutor de Radio Presidente, le permitió ingresar a la cabina de locución. “Eso se quedó en mí. Luego conoció a otro personaje de la radio, el Dr. Carlos Bracho Velasco, que era director de Radio Visión. Había un programa que se llamaba MusiVisión Lark, a partir de las 16:00. Estaba en el cuarto piso del edificio San Blas. Después la estación se trasladó a Guajaló. Al sur de Quito, donde tenían los transmisores, que era un galpón, y hasta allá se dirigió Diego. Ahí conoció a Ramiro Padilla, operador de controles. Podía divisar los tornamesas que eran extremadamente pesados. “En ese tiempo, ir para Guajaló era como hoy, en diferencias y en relación de tiempo, viajar a Latacunga o Ambato, porque en esa época las calles no eran pavimentadas, ni empedradas. Eran lastradas de tierra y tocaba pasar por charcos y lodo…”.
Diego, por situaciones de la vida, en quinto curso salió del colegio La Salle y empezó a trabajar. Se graduó en el colegio Mejía. Trabajaba de mañana y tarde y en la noche estudiaba en el plantel fiscal capitalino. La infancia y juventud de Diego se desarrolló por la zona de San Blas, La Basílica y el Colegio Mejía. Luego se trasladó a la ciudadela México frente al Colegio Montúfar. Se graduó del colegio e inició con la radio…
La noticia completa en el siguiente link: https://bit.ly/3mNxKlP
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