Mi mamá me ignoró toda mi infancia, finalmente descubrí la razón

Me senté mirando hacía el reloj en la pared, los segundos pasaban convirtiéndose en minutos. Finalmente, acepté para mis adentros, que ella no iba a venir. No sé porque seguía insistiendo, cada vez que organizaba algo con mi madre, ella me dejaba plantada. Se suponía que hoy almorzaríamos juntas, ¡lo habíamos organizado desde hace una semana!

Ni siquiera era que se le ocurrieran buenas excusas, ¡usualmente solo decía que se le había olvidado! Me dolía que ni siquiera hiciera un esfuerzo por pasar tiempo conmigo.

“Solo le daré otros cinco minutos.”, pensé para mi misma.

Mi celular vibró, era un mensaje de mi mamá.

“Jasmine, se me presentaron algunas cosas, no podré llegar al almuerzo de hoy.”

¡Eso era todo, ni siquiera un lo siento! ¡Ni un ‘Con amor, mamá’!

De hecho, no creo que mi mamá me haya dicho alguna vez que me amaba.

Suspiré decepcionada, debería haberlo sabido mejor antes de haber hecho planes con ella, pero no podía evitarlo. Solo quería tener una buena relación con mi madre.

Le hice una señal al mesero para que me trajera mi cuenta, me miró con lástima, obviamente sabía que había estado esperando a alguien pero ese alguien no se había presentado.

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Realmente extrañaba a mi madre, desde que mis padres se habían divorciado, rara vez la veía. Mi madre vivía solo a un par de calles de nosotros, pero bien podría estar del otro lado del país.

Cuando mamá se mudó, me dijo que yo viviría con mi papá, cuando me dijo eso lloré,

“¡Pero yo quiero vivir contigo!”, le dije.

“Podrás visitarme siempre que tu quieras.”, dijo ella.

Pero realmente nunca funcionó de esa manera. Donde quiera que trataba de contactarla, ella siempre estaba ocupada. Nunca contestaba mis llamadas y a veces ni siquiera contestaba mis mensajes. Sabía que estaba ocupada con su nueva vida, pero me dolía mucho que no tuviera tiempo para mí. Había veces que no sabía nada de ella en semanas.

En una ocasión, pensé en ir a casa de mamá para sorprenderla. Habían pasado semanas desde que la había visto por última vez y estaba segura de que estaría encantada de verme. Metí algunas de mis cosas en una bolsa y fui a su casa. Cuando llegué, llamé a la puerta. Esperaba que ella estuviera muy feliz de verme. Pero cuando abrió la puerta, en lugar de sonreírme, empezó a gritarme,

“¿Qué estás haciendo aquí? ¡Vete a casa, regresa con tu padre!”

Sus palabras atravesaron mi corazón como un cuchillo afilado.

“Pero mamá, vine para darte una sorpresa.”, dije mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

“¡Necesitas irte ahora mismo!”, contestó ella enojada. “¡No vuelvas a venir aquí sin avisar antes!”

Cerró la puerta de golpe. Seguramente no me iba a dejar ahí parada en el escalón, ¿cierto? Pero eso fue exactamente lo que hizo. Esperé unos minutos, pero finalmente me di cuenta de que no me iba a invitar a pasar.

Cuando llegué a mi casa corrí directamente a mi habitación y me puse a llorar en mi cama. No podía entender qué es lo había hecho para hacer que mi madre quisiera ignorarme.

Entendía que ahora tenía una nueva familia y yo estaba bien con eso. Tenía dos hermanastras nuevas y, aunque no había pasado mucho tiempo con ellas, realmente me agradaban.

Tendría que encontrar otra forma de acercarme a mi madre. Decidí que sería amable con mis hermanastras en la escuela y luego, con algo de suerte, me invitarían a jugar con ellas a su casa.

Al día siguiente en la escuela me aseguré de toparme con ellas,

“Hola Lisa, hola Carla.”, les dije.

“Oh, hola Jasmine.”

“Tengo algo para ustedes.”

Les di una bolsa de caramelos a cada una, sus ojos se iluminaron, sabía que mamá no las dejaba comer caramelos muy a menudo así que esto era un gran regalo para ellas.

“Gracias, Jasmine.”, dijeron mientras sonreían.

"Oigan. ¿Por qué no salimos el fin de semana? "

“Esta bien.”

El siguiente fin de semana, mi papá estuvo fuera de casa por una convención del trabajo, así que yo me estaba quedando en casa de mi mamá. Estaba muy emocionada, habían pasado meses desde que había pasado todo un fin de semana con mi madre. El viernes por la mañana hice mi maleta para ir a casa de mamá. Iría a su casa inmediatamente después de la escuela. Me pregunté qué habría planeado para nosotras, tal vez me llevaría de compras a la ciudad, solo ella y yo.

La campana de la escuela sonó y esperé afuera de la entrada de la escuela a Lisa y a Carla. Pero no se veían por ninguna parte. Estaba segura de que mamá había dicho que me acompañarían caminando de la escuela a la casa. Esperé otros veinte minutos, pero no se veían por ningún lado. Así que decidí ir yo sola a casa de mamá.

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