Mi madre perfecta cambió de la noche a la mañana

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“¡Hola mamá!”

Cuando me incliné para besar a mamá, ¡no creerán lo que pasó! ¡La tapa de mi malteada se cayó y la malteada se derramó sobre el vestido blanco! De pronto, un alarido escalofriante llenó la habitación.

“¡¿Qué le hiciste a mi vestido?! ¡Pagué $5000 dólares por este vestido! ¡Más te vale que esta mancha salga, tonta!”

“¡No te atrevas a hablarle así a mi madre, mocosa malcriada!”

“¡Le hablaré a tu madre como me dé la gana!”

Con mis puños cerrados di un paso hacia Delia.

“¿Qué está pasando aquí?”

“¡Arruinaron mi vestido para esta noche, papi! ¡Despídela!”

El Sr. Ossandón miró el vestido que mamá sostenía en sus manos y luego la malteada en las mías.

“Sr. Ossandón, puedo explica…”

“Señora Pérez, creo que es hora de que se vayan… para siempre.”

Mamá asintió y sin más palabras salió de la habitación y yo la seguí.

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Crecí con una mamá soltera que trabajó como empleada en la mansión de los Ossandón por más de diez años. Ahora, gracias a mí, mamá fue despedida. Le pedí disculpas a mamá un millón de veces y todas las veces me decía que no era mi culpa, pero yo sabía que solo lo decía para que no me sintiera mal. Ahora mamá trabajaba en distintas partes, lo que significaba que apenas estaba en casa. Insistí en que conseguiría un trabajo para ayudarle a pagar las cuentas, pero mamá no iba a permitirlo.

“Jimena, ya hablamos de esto. Quiero que te concentres en la escuela. Deja que yo me ocupe de las cuentas.”

Decidí que me partiría el lomo estudiando para que mamá se sintiera orgullosa. Unos meses más tarde, yo estaba súper emocionada por haber conseguido una beca para la universidad.

“¡No puedo creer que quedamos en la misma universidad!”

Mi mejor amiga, Andrea, chilló por el teléfono. Andrea y yo nos conocimos en el jardín de niños y hemos sido amigas desde entonces.

“¡La universidad será genial! ¡Podremos cambiar nuestras aburridas personalidades de la preparatoria y avivar un poco las cosas!”

Ahora era el momento de cambiar; nueva escuela, nueva yo. La noche antes de comenzar la universidad yo estaba tan emocionada que apenas pude dormir.

En el primer día, apenas Andrea y yo pusimos un pie en el campus, me llevé una sorpresa. Rodeada por un grupo de chicas estaba Delia, robándose la atención. Gruñí.

“Habiendo más de sesenta universidades, tú y Delia escogen la misma.”

“Esto no puede estar pasando.”

Cuando Andrea y yo pasamos junto a ellas, Delia gritó, “Oye, hija de la empleada, no esperaba verte en la universidad. Pensé que estarías con tu mamá continuando el negocio familiar: ser una plebeya.”

“Me sorprende verte aquí. Delia. Todos sabemos que no conseguiste la calificación para entrar a esta universidad y papi pagó algo extra para que te quedaras.”

Sonreí mientras avanzaba y Andrea no pudo aguantar la risa, lo que le consiguió una fría mirada de Delia. Los primeros días en la universidad estuvieron bien. Cada vez que Delia me veía hacía un comentario sarcástico, pero yo le respondía para equilibrar las cosas entre nosotras. Sin embargo, después de la primera semana, algo pasó que me partió el alma.

Mientras Andrea y yo estábamos sentadas en la cafetería devorándonos nuestro almuerzo, alguien entró a la cafetería y me estremecí.

“¿Es esa… mamá?”

Llevaba un uniforme de limpiadora y una cubeta y trapeador delante de ella. Esto no podía estar pasando. ¿Cómo podría ser una nueva persona con mamá paseándose por la universidad con un uniforme de la limpieza? Se suponía que la universidad sería un nuevo comienzo para mí.

“Hija de la empleada, ¿acaso es el día de venir con tu madre a la jornada?”

Delia empujó su bandeja de comida fuera de la mesa y luego se llevó las manos a la boca, “Uuups.”

La ira se apoderó de mí cuando vi a mamá limpiando el desastre de Delia mientras sus amigas se reían. Me acerqué a Delia y la agarré por la ropa.

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