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FAROLEROS Y SERENOS, SU HISTORIA

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Los faroleros iban uniformados con un blusón y una gorra con visera en la cabeza. Parecían empleados públicos pero en realidad no lo eran, su salario dependía de la voluntad de los comerciantes del barrio hasta que, con el tiempo, pasaron a depender de los Ayuntamientos.

El farolero se ocupaba de encender y apagar el alumbrado de las calles a él asignadas. Para ello iba provisto de un chuzo, un pito, una linterna, una escalera, alcuza o aceitera y paños para limpiar los cristales de los faroles. Su horario laboral transcurría desde el anochecer hasta primera hora de la mañana.

Muchas veces además de encender las farolas que primero fueron de aceite, y después de carburo, también daban las horas y si encontraban a algún malhechor también podían llevarlo al cuartel o la cárcel.

Y durante la ronda se comunicaban entre ellos a voces para dar cuenta de cualquier incidente: un incendio en alguna vivienda, si hacía falta una partera para una parturienta …

Thomas Alba Edison y las farolas eléctricas acabaron con el oficio hasta desaparecer de nuestras en la primera mitad del XX. Casi todos se hicieron serenos los cuales seguirán, con algunas variantes, la tradición de los antiguos faroleros.

La profesión de sereno se había generalizado durante el siglo XVIII. Se cree que el primer cuerpo de serenos se formó en Valencia a iniciativa de su alcalde Joaquín Fos (1769) a fin de emplear a los trabajadores de las pirotecnias, que se habían quedado sin trabajo tras una prohibición de la fabricación y uso de fuegos artificiales.

Los serenos sabían de primera mano si se ofertaba alguna plaza y enseguida se apresuraban a presentar a un familiar para el cargo, por ello solía heredarse el oficio de padres a hijos.

Para obtener el empleo debías medir más de un metro y 52 cm, tener entre 20 y 40 años, una voz potente, no haber cometido ningún delito y no estar trabajando en otro oficio para poder rendir bien por las noches.

Eran retribuidos por el vecindario y los propietarios de las tiendas hasta la creación oficial del cuerpo de serenos en 1786.

Se trataba de hacer las rondas asignadas y vigilar el barrio para ayudar a cualquier vecino que lo requiriese. Te abrían el portal de tu casa si te habías olvidado las llaves, controlaban que no hubiesen robos o cualquier otro desorden público… y hasta la aparición de la luz eléctrica, controlaban, como los antiguos faroleros, el encendido y apagado de las farolas.

También daban la hora cada 30 minutos e informaban si llovía o hacía sereno. Solían pregonar: !“ a las doce en punto y serenooo”!... y de ahí quedó la expresión “sereno”.

Los serenos vestían una larga capa y para ejercer su trabajo estaban provistos de una linterna y un chuzo como arma defensiva hasta que se sustituyó (1957) por una defensa de madera con extremo metálico. En su cinturón, un gran aro abrazaba las llaves de los portales.

El silbato era esencial para dar el alto a un sospechoso o avisar a las autoridades si era necesario. Siempre despertaban a medio barrio que intentaba no prestarle atención para volver a conciliar el sueño … de aquí nació la expresión “le hace menos caso que al pito del sereno”.

En Badalona también se encargaban de despertar a los pescadores, a cada uno, a su hora. La sabían porque cada pescador dejaba en el picaporte de su vivienda una cuerdecita con un nudo, con dos, tres o cuatro…

En los años 50 ya no vestían el antiguo uniforme marrón y gorra de lana o barretina. Ahora la gorra era de plato, de color azul con banda roja y el escudo de la ciudad. Los silbatos ya no eran de madera sino de bronce.

Desde las once de la noche a las 6 de la mañana estaban disponibles para pararte un taxi, avisar a un médico o ir a la farmacia a buscarte un remedio…

y ya no llevaban llaves… de eso se encargaban los vigilantes que se distinguían de los serenos por el uniforme de color verde. Para llamarlos solo tenías que hacer algunas palmas, sabías que llegaban por el sonido que hacían golpeando el suelo con su lanceta. Son ellos ahora te abrirían el portal de tu casa a cambio de una propina. .

Los vigilantes también se ocupaban ahora de la vigilancia de las calles antes mantenida por los serenos.

Por las noches también te podías encontrar con algún lacero intentado atrapar a los perros callejeros para que no contagiasen la rabia a ningún vecino.

Con la invención del portero automático y el uso de las modernas llaves pequeñas y planas, mucho más prácticas que las de toda la vida, la figura del sereno fue desapareciendo de las calles de Barcelona hasta la disolución del cuerpo.

Los 268 serenos que quedaban fueron integrados en el cuerpo de Vigilancia Nocturna del Ayuntamiento y en 1981 en el de la Guardia Urbana.

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27 марта 2021 г. 13:00:09
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