ALVARO TORRES, DESPRECIARON SU TALENTO Y TERMINÓ SIENDO EL REFERENTE DE TODO SU PAIS.

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1954: Dicen que una sola golondrina no hace verano; sin embargo, Álvaro Germán Ibarra Torres, más conocido como Álvaro Torres, ha demostrado que es posible. Sí, para bien o para mal, es el único cantautor reconocido de El Salvador. El único, que debió migrar de pueblo en pueblo para encontrar su identidad, luego a otro país para encontrar su camino musical y finalmente el último, para cimentar su futuro.
Son más de 40 años, una veintena de producciones discográficas, veinte sencillos en las listas de éxitos de Latinoamérica y Estados Unidos que lo han catalogado como el ‘último romántico’ y hoy en Línea de Tiempo te contaremos su historia.

El salvadoreño nació en el departamento de Usulután el 9 de abril de 1954 bajo una familia humilde. Sus padres, María del Carmen Torres y José Germán Ibarra se separaron cuando él tenía dos años de edad y, a pesar de no haber sido criado con su papá, fue de él que heredó su hermoso talento y la pasión por la música. Sí, y es que su padre era un mariachi.

¿Has escuchado la frase “la sangre llama”? pues a los 11 se escapó de su casa en busca de su padre a quien no había visto por 9 años. Él, vivía en un lugar distinto al suyo, así que ideó un plan de tal manera que se mantuviera a salvo hasta hallarlo, ¿qué hizo? Pues se fue con un pequeño circo que recorría pueblo por pueblo.

Su madre estaba devastada y a las 3 semanas se enteró de su ubicación y fue a buscarlo, pero allá se encontró con un Álvaro que no pensaba volver hasta lograr su objetivo.

“Los hijos no son tuyos sino de la vida” reza una frase sobre la libertad que los padres deben darle a sus pequeños y así, fue como su mamá respetó su decisión y lo dejó continuar. Esta travesía duró casi 9 meses hasta llegar a su destino. Allí, ocurrió una situación no planificada: su padre se había mudado a la capital. Tuvo que esperar 4 meses más para que un tío lo llevara y cómo no lo encontró en casa se recostó en una hamaca, lo que siguió fue magnifico.

Esa conexión entre ambos es única, sino mira cómo en el programa Don Francisco se reencuentran. Un hecho del que está sumamente agradecido
1975: Graba su primer disco en la República de Guatemala, pero ¿por qué no en El Salvador?, como él mismo comenta su carrera arrancó en este país, pues en el suyo no le brindaron esas oportunidades que merecen todos los que aspiran a ser artistas.

Resaltando claro está que ese resentimiento no es por su tierra que lo vio nacer, sino por las corporaciones de radio y televisión que le negaron su música.

En el Salvador, a los 12 años escribe su primera canción llamada “Dulce Amiga” inspirado en una compañera de la infancia que le permitía ver televisión en su casa. De ahí en adelante, la mujer se convirtió en la principal fuente de inspiración de este romántico cantautor. Aunque, también se ganó la vida en serenatas, participaba de festivales, entre otros.

Lamentablemente, ese era la máxima aspiración artística que podía alcanzar, es así, que se marcha a Guatemala con una maleta repleta de sueños. En este país, comenzó su peregrinaje cantando en restaurantes y clubes. Justamente, en una de esas presentaciones conoció al director de la emisora Radio Corporación, Pepe Rodas, quien lo invitó a los estudios de producción para grabar el demo que le cambiaría el rumbo de su vida.
Estando en los estudios, Rodas le entregó un disco instrumental de la orquesta de Franck Pourcel y una letra que él mismo había compuesto para esa melodía. Le pidió a Álvaro que intentara sincronizar su voz sobre la música, y así grabar un demo para presentarlo a la compañía disquera Discos Latinoamericanos (DILA). Unas semanas más tarde, ya tenía el contrato de su primer disco de larga duración “Algo especial”.

Si bien este álbum no le dio el éxito esperado, si lo hizo el siguiente: “Acaríciame” (1977). Un disco que le abre puertas con su canción homónima, pero que no era de su cosecha, sino del compositor español Alejandro Jaén.

Esta canción fue su boleto de entrada al mercado internacional, pues no solo grabó 3 discos más (Portadas: Qué lástima (1978), De qué me sirve quererte (1979) y Ángel de ternura (1981); sino que también, participó en diversos concursos de canto como el Festibuga en Colombia, La Voz y la Canción en San Juan, Puerto Rico, la OTI en Chile en el año 1979, entre otros. Estos tres álbumes nos dejaron temas inolvidables como: Qué lástima, De que me sirve quererte, Te quiero y Ángel de ternura.

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