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Navidad en La otra aventura

El escritor Graham Greene dijo lo siguiente: “Pienso que la Navidad es una fiesta necesaria; necesitamos un aniversario durante el cual podamos lamentar todas las imperfecciones de nuestras relaciones humanas. Es la fiesta del fracaso, triste pero consoladora”.
He recordado y escrito en otra página que el pavo de Navidad era una difícil emergencia. Tenerlo crudo en la mesa nos avisaba de una misión imposible: primero rellenarlo, luego meterlo al horno cuatro horas, inyectarlo como si fuera un ser humano enfermo y esperar con la paciencia del santo Job. No era cualquier cosa, se trataba de una pieza grande y cara, no se usaban las pavitas ahumadas que hoy en día adornan con modestia las mesas navideñas, aquello era un pavo que hubiera inspirado un verso: oh, pavo enorme, desafecto.
El relleno del pavo era una obra de romanos. Mi madre y mis hermanas luchaban contra él a brazo partido, lo abrían en dos, sin romperlo, para depositar en el lugar de sus entrañas una especie de carne molida con pasas y nueces. Dantesco. Era grande el pavo. Mi padre leía periódicos. Mi madre decía: vamos a llevarlo a la panadería, por un poco de dinero en el horno del pan alcanzará la cocción antes de lo esperado, de lo contrario nos vamos a comer a este animal en marzo. Como se decía en las películas mexicanas: cuánta razón tenía mi madre. A las 9 de la noche, las preguntas se convertían en amenazas: este año no cenaremos. Paciencia, decía mi mamá, falta mucho, mientras coman orejones.
Recuerdo que meter el pavo al horno ponía a la casa de cabeza. Para mi mamá el horno de la estufa era una de las cosas más peligrosas de la vida. Todos fuera de la cocina. Se iba a encender el horno: pecho a tierra.
Mi madre y mis hermanas se retiraban a sus habitaciones y se ponían tubos en la cabeza para luego realizar un tremendo crepé, castillos en lo alto. La mesa de Navidad, horrible, copas, cubiertos, servilletas. Nadie tomaba vino tinto. Una sidra quizá, y whisky Robert Browns, como usted lo oye.
¿Por qué mi madre tenía miedo? No sé, pero a las 11 el pavo salía del horno y toda la familia se unía en una duda colectiva y unánime: ¿no estará crudo? Mi padre leía periódicos.
Canasta de cuentos navideños: Paul Auster, Washington Irving, L. Frank Baum, J. R. R. Tolkien, Vladimir Nabokov, Gabriel García Márquez, Nikolái Gógol, Fiódor Dostoyevski, Antón Chéjov, Charles Dickens, Alphonse Daudet, Guy de Maupassant, Rubén Darío, Oscar Wilde, Benito Pérez Galdós, Ramón Gómez de la Serna, Truman Capote, Francis Scott Fitzgerald.

En la Mesa de novedades:
El expediente Anna Ajmátova (Alfaguara), Pensar México II (Taurus) y El invencible verano de Liliana (Literatura Random House).
#LaOtraAventura
Domingo 19 de diciembre de 2021.

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26 декабря 2021 г. 9:22:33
00:26:30
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