"40 años de resistencia al nacionalismo" Félix Ovejero 3/3

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LA SINCERIDAD DEL PENSADOR - FÉLIX OVEJERO Episodio 3 de 3

El 15 de septiembre de 2018 iniciamos este proyecto con uno de los intelectuales más lúcidos, sinceros y cercanos que pueblan Las Españas: Felix Ovejero. Doctor en Ciencias Económicas por la UB, en la que es profesor titular de Economía, Ética y Ciencias Sociales desde 1987. También ha sido profesor visitante en la UPF (1994-95), en el Centro de Ética, Racionalidad y Sociedad de la Universidad de Chicago (1991) y en la Universidad de Wisconsin-Madison (1999). Colaboró muchos años en El País hasta que en 2019 decidió publicar sus artículos en El Mundo. Autor, entre otros, de los libros “Intereses de todos, acciones de cada uno”, 1989; “Proceso abierto: el socialismo después del socialismo”, Tusquets, 2005; “Incluso un pueblo de demonios: democracia, liberalismo, republicanismo”, Buenos Aires/Madrid, Katz, 2008; “La trama estéril: izquierda y nacionalismo”, Montesinos, 2011; “Idiotas o ciudadanos: el 15-M y la teoría de la democracia”, Montesinos, 2013; “El compromiso del creador: Ética de la estética (Ensayo)” Galaxia Gutenberg; 2014 y “La deriva reaccionaria de la izquierda”, Página Indómita 2018.

El 15 de junio de 2019, por segunda vez, retratamos a Felix Ovejero y grabamos sus palabras. Jokin Armendariz Tainta condujo la entrevista.

Los padres de Félix Ovejero eran oriundos Sisante, un pueblo del secarral de Cuenca, en Castilla-La Mancha, que actualmente tiene 1 643 habitantes. A a principios de los años sesenta se trasladaron a Barcelona para trabajar. Se instalaron en el barrio Chino, actualmente el Raval, en un piso “patera”, en el que Félix compartía habitación con realquilados que venían del pueblo y necesitaban un lugar donde instalarse provisionalmente. El trabajo de sus padres le permitió estudiar hasta llegar a la facultad de Económicas.

De su politización comunista de la época universitaria conserva, una vez separado el trigo de la paja, la tradición igualitaria y de izquierdas que aprendió de la mano del filósofo Manuel Sacristán. También fue alumno de Amando de Miguel, uno de los firmantes del “Manifiesto de los 2300”.

Félix Ovejero nos habla de la izquierda que, pese a ser crítica por aquel entonces con el nacionalismo, acabó comprando su relato, según el cual España representa la dictadura de Franco y, por oposición, el nacionalismo se rebela como resistencia. Se confiesa reiteradamente “una persona de izquierdas que fue comprensiva durante años con la mitología y la basura intelectual del nacionalismo”.
Nos habla de personas que requieren un reconocimiento por parte de la historia: José Domingo Domingo, Antonio Robles Almeida, Félix Pérez, personas que batallaron desde el principio cerca de los institutos de Enseñanza Secundaria mientras que los universitarios - él incluido - eran muy exquisitos. La clase intelectual catalana ninguneó siempre a estos luchadores.
Cuando Félix se acercó a la Asociación por la Tolerancia, a raíz de una invitación que le hicieron, le chocó la vehemencia del discurso de Pepe Domingo, porque por primera vez escuchaba verdades como puños y eso era un duro golpe a los tópicos y las convenciones que arrastraba consigo.

En 2004, la revista “El Viejo Topo” publica una entrevista que su director, Miquel Riera, llevaba ya un tiempo queriendo hacerle: una entrevista sobre izquierda y nacionalismo. Él sabía que esa publicación iba a significar un antes y un después en su biografía y, efectivamente, a raíz de ello hubo un debate interno importante en Izquierda Unida y también se recibieron multitud de quejas en el Viejo Topo. Mucha gente se dio de baja de la revista. El siguiente momento importante en la significación de Félix Ovejero contra el nacionalismo fue dos años después, en 2006, con el nacimiento de Ciudadanos, del que formó parte y con el que adquiere presencia pública.

Cataluña nunca estuvo especialmente maltratada por la dictadura franquista. Desde finales de los 40 se editaban libros en catalán. El problema para la censura no era la lengua sino los contenidos, que eran censurados en toda España por igual. Sin embargo, la inmersión lingüística que hemos padecido durante los 40 últimos años de democracia significa convertir a las gentes en rehenes de la lengua, en vez de que las lenguas estén al servicio de la comunicación de las personas. Significa que las lenguas tienen derechos por encima de los hablantes. En la revista “Taula de Canvi” (1976-81), dirigida por miembros del PSUC, ya se consideraba sólo como literatura catalana la escrita en esa lengua: así pues, no existían ni Marsé, ni Montalbán, ni Azúa, ni Terenci, ni Mendoza, es decir los autores de las novelas que habían descrito la sociedad catalana.

Cristina Casanova
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