#shorts Salas restauradas del palacio de Alejandro donde vivió la familia del último zar Nicolás II

Construido entre 1792 y 1796 como una morada para el futuro zar de Rusia Alejandro I, el palacio de Alejandro es recordado más que nada por ser la residencia favorita del último zar, Nicolas II.
Tras la muerte de este último, la suntuosa ex residencia imperial atravesó numerosas situaciones (fue incluso sede de una base del ejército nazi durante la ocupación en la Segunda Guerra Mundial) pero logró sobrevivir a la era soviética. Cerrada por refacciones desde 2015 (las obras habían comenzada en 2012), acaba de ser inaugurada tras una complicada y larga restauración.
Ubicada en las afueras de la ciudad de Tsarskoe Selo, a 25 kilómetros de San Petesburgo, fue diseñada por el arquitecto italiano Giacomo Quarenghi en el estilo neoclásico. Si bien había sido concebida para ser la residencia de Alejandro I, una vez que este se convirtió en emperador en 1801 decidió vivir en el Palacio de Catalina, y regaló la obra comisionada para el por su abuela Catalina la Grande a su hermano menor el futuro zar Nicolás I.
Después lo elegían como su residencia de verano los siguientes zares rusos.
Nicolás II, el último zar de Rusia, se instaló con su familia en el Palacio de Alejandro en 1906. Siempre había sentido debilidad por la residencia, done el nació,y luego de los hechos del Domingo Sangriento (un episodio donde guardias imperiales dispararon contra manifestantes no armados que pretendían llevar una petición al zar), juzgó que ya no era seguro seguir viviendo en el Palacio de Invierno en San Petersburgo. Entonces en este palacio todo fue organizado y decorado según los gustos personales de Nicolás II y su esposa Alejandra para la vida cotidiana durante todo el año.
Las obras de renovación de las habitaciones privadas que acaban de finalizarse se han concentrado primordialmente en los techos, pisos y en las terminaciones de muebles y cortinas.
Entre esas ocho habitaciones se cuentan las habitaciones del zar y la zarina, como así también la sala de baño del zar, que fue concebida siguiendo un patrón de diseño típico de los árabes.
Este palacio es un lugar especial. Fue construido para la vida íntima de la familia imperial, un ámbito que era celosamente custodiado de la mirada externa, y ahora después de la restauración lo pueden apreciar los visitantes.

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