JOAQUIN SABINA Y LA DOLOROSA HISTORIA DE 19 DIAS Y 500 NOCHES | DOCUMENTAL

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1949: Nos sobran los motivos para hablar de él. Mucho se ha dicho del cantautor español, cuya biografía oscila constantemente entre la realidad y el mito. Y es que, tan compleja como las letras de sus canciones, su tumultuosa vida nunca se ha quedado corta de polémicas, rumores, romances y, sobre todo, historias para contar y por supuesto, cantar.
Bien podría un canal televisivo o cualquier otro medio, embarcarse en la aventura de narrar su vida, y tener material de sobra para varias temporadas. Pero una vida no está conformada solo por anécdotas, y por ello, hoy en Línea de Tiempo conoceremos todo aquello que hace de Joaquín Sabina, uno de los artistas más respetados de las últimas décadas, y un hombre que, a sus más de 70 años, no tiene arrepentimientos. Después de todo, fue él quien dijo eso de “Bastante trabajo me ha costado cometer mis pecados como para malbaratarlos en arrepentimientos vanos”.

Joaquín Ramón Martínez Sabina, más conocido como Joaquín Sabina, nació un 12 de febrero de 1949 en la localidad española de Úbeda, Jaén. Es el segundo hijo de Adela Sabina del Campo, ama de casa y de Jerónimo Martínez Gallego, un policía que, en esos tiempos se consideraba una figura importante, tan igual, como una autoridad política y ¿de dónde hereda tamaña elocuencia literaria? Pues de don Jerónimo. Sí, su padre había sido seminarista, hablaba latín y, además, era poeta.

Su hermano mayor Francisco siguió los pasos de su padre y en noviembre de 2009, pasó al retiro convirtiéndose después de 4 décadas de trayectoria, en el policía más veterano de la comisaría de Jaén. Pero, tampoco podemos dejar de lado a su abuelo materno Ramón. Era carpintero y con una sensibilidad a flor de piel, pues por muy fanfarrón que para muchos parezca Sabina, era el único que con sus sonetos lo hacía llorar de emoción, así lo comenta su mejor amigo de infancia Pepe Muñoz.

1963: A la corta edad de 14 años, Joaquín inició su romance con la escritura a través de la poesía. Tampoco es que con el tiempo se halla alejado demasiado de dicha disciplina, pues paralelamente a su carrera como cantautor, el artista se ha consolidado también como escritor e inspirado con un buen puñado de exitosos libros bajo el brazo
como “Ciudad Sabina” de Justo Zamorro, que no es más que su tesis doctoral en la Universidad de Viena titulada: “Estética literaria en la obra de Joaquín Sabina: Simbología de la desesperación en el cancionero”. Una guía donde asegura que las letras del artista deben ser exhaustivamente analizadas.

A la par llegó a su vida la música. Con gran admiración por artistas angloparlantes de rock como Elvis Presley, Chuck Berry o Little Richard, formó la banda llamada “Los Merry Youngs”, con la cual se dedicaba a hacerle covers a los ya mencionados. Pero, faltaba algo para que el joven Sabina descubriera que sus dos amores podían no solo coexistir, sino amalgamarse de una forma mágica, que lo llevaría por el camino del éxito. Cuando eso sucediera, el resto de la historia se contaría sola.

Sí, llegó la “chispa del amor”. Virtudes Antero, más conocida bajo el apodo de "Chispa", fue la primera novia de Joaquín Sabina. Descubrió entonces el amor, y descubrió también, amargamente, que no es nada fácil. La relación se vio frustrada desde sus inicios, pues el padre era el notario del pueblo y no veía con buenos ojos esa relación, ¿locuras? Muchas. El español llegó a acampar fuera de la casa de su novia un día antes de que ella cumpliera 18 años.

Como todo en la vida, el romance tuvo que terminar. No sin antes, por supuesto, dedicarle incontables versos y, más adelante, la canción “Una de romanos” ubicada en el disco “El hombre del traje gris” de 1988.

Si hay una cosa que nunca más se apagaría, es su fascinación por el romance y las mujeres, lo que sin duda le ganó una fama de mujeriego difícil de borrar, y que solo ha calmado su más reciente y duradera relación. Pero ya llegaremos a eso.
1968: Se traslada a la Universidad de Granada para estudiar Filología Románica en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se dice, descubrió la poesía de César Vallejo y Pablo Neruda. Pero los problemas no tardaron en llegar. Su inclinación hacia las ideologías de izquierda lo llevo a participar en innumerables protestas estudiantiles contra el régimen franquista, lo que despertó rápidamente la atención de las autoridades que estalló en un incidente en la sucursal del Banco de Bilbao.

Acusado de pertenecer al Partido Comunista, es su mismo padre, quien recibe la orden de detenerlo y llevarlo de regreso a Granada. Joaquín no reniega de esa situación, pero sí cuenta la humillación que sintió cuando en su delante, el director policial le llamó la atención a Don Jerónimo por temas de la propia comisaría.

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