Anunnakis, ¿Origen de la Humanidad o Mentira?

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Los Anunnakis son quizás las divinidades más conocidas y polémicas del mundo sumerio en los últimos años. Para algunos, son extraterrestres venidos de otros mundos que crearon al ser humano actual y permitieron el desarrollo de los sumerios; para otros no son más que un conjunto de seres mitológicos que ayudaban a explicar el funcionamiento y la creación del mundo a las culturas mesopotámicas. Vamos pues a hacer un análisis de los fascinantes Anunnakis.

Los Anunnakis son divinidades sumerias. Su nombre significa literalmente, los hijos de Anu, aunque otros afirman que sería más correcto llamarlos como los de la sangre real, o incluso algunos han postulado que puede significar los que vinieron del cielo a la tierra.

Pero, ¿quién fue Anu? Según la mitología Sumeria, Anu es el dios del Cosmos, el creador y padre de los dioses. Posteriormente, sería identificado con el Marduk babilónico o el Assur asirio. Su primer gran lugar de culto parece que estuvo en la ciudad de Uruk, de la que ya hemos hablado extensamente en un monográfico.
El gran problema con los anunnakis es el mismo que con otros muchos dioses del mundo antiguo; al pertenecer a la tradición oral y difundirse su culto por varias civilizaciones durante miles de años, las interpretaciones y las fuentes que de ellos tenemos son muy dispares y no hay unanimidad. Cada pueblo le dio una interpretación propia.

En los primeros tiempos de mesopotamia vivían en el cielo con Annun, y tenían a su disposición a los Igigi, que trabajaban para ellos. Posteriormente, sin saber aún el porqué, los Igigi fueron considerados como dioses celestes mientras que los anunna fueron designados como jueces en el inframundo.

Según algunas fuentes, como el poema de Enuma Elish, los Annunaki fundaron Babilonia y edificaron un templo en honor de Marduk, Esaglia.
El mito sumerio titulado El Ganado y el Grano, nos aporta gran información sobre los anunnakis, comienza con estos versos:

Sobre la Montaña del Cielo y de la Tierra
An engendró a los anunnakis.

Y más adelante continúa
(...)
La oveja no daba a luz aún a sus dos corderos;
La cabra no daba a luz aún a sus tres cabritos.
Porque el nombre de la sabia Ashnan y de Lahar,
Los anunnakis, los grandes dioses, no lo sabían,
El grano shesh de treinta días no existía aún;
(...)
Como la Humanidad en el momento de su creación,
Los anunnakis ignoraban aún el pan para nutrirse,
Ignoraban aún las ropas para vestirse,
Pero comían las plantas con la boca, igual que carneros,
Y bebían el agua del foso.
(...)
Los productos de Lahar y de Ashnan,
Los anunnakis del Duku, los comían,
pero quedaban insatisfechos;
En sus hermosas granjas, la leche shum,
Los anunnakis del Duku se la bebían,
pero quedaban insatisfechos.
Es, pues, para que se ocupara dé sus hermosas granjas
Que el hombre recibió el soplo de la vida.

En este poema vemos cómo los humanos son creados para satisfacer las necesidades de los annunakis, para trabajar por ellos, en vez de los Igigi.
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