La ALTA DIRECCIÓN sobrevalora la EFICIENCIA de sus EMPRESAS

Según un estudio realizado por Daniel Sánchez Reina entre 200 empresas españolas de todo tamaño y sectores, se desprende que la Alta Dirección evalúa la eficiencia de sus empresas de manera mucho más generosa que el resto de la organización.

Las diferencias de percepción entre ambos colectivos son muy impactantes. Que la Alta Dirección sea tan excesivamente generosa en la calificación de la eficiencia de sus empresas, mientras que quienes llevan a cabo el trabajo del día a día no lo vea así, significa que los altos despachos están instalados en una realidad paralela. El día a día va por un lado y la estrategia por otro.

De estos datos se derivan las siguientes implicaciones:

1/ Es necesario mejorar la eficiencia de nuestras empresas. Una causa muy extendida es que, durante la crisis de los últimos años, las plantillas menguaron únicamente con criterios de recorte de gastos y sin tener en cuenta la viabilidad de las cargas de trabajo. Otra causa muy extendida es la falta de comunicación interdepartamental, generándose lagunas de información y por tanto un mal servicio a los clientes. Y, por supuesto, la inercia: seguimos haciendo lo mismo una y otra vez, año tras año, independientemente del último plan estratégico.

2/ Falta de escucha en la Alta Dirección. Aunque no son los únicos responsables de la brecha comunicativa entre ellos y el resto de la organización, sí son los principales responsables. En ellos reside la capacidad de articular mecanismos para reducir esa brecha. Su autocomplacencia juega en contra, en un mercado tan competitivo e intransigente con la falta de exigencia.
Para invertir esta situación, existe una metodología llamada PROACT que aborda las dos causas mencionadas. En aproximadamente unas 6 semanas, se identifica lo que hay que hacer para conseguir mejoras de la eficiencia que giran en torno al 25% -lo cual es equivalente a disponer de un 25% adicional de capacidad de trabajo... y sin estrés-. No es magia, es método.

Por parte de la Alta Dirección tan solo se requieren 2 elementos:

1. Madurez y humildad para oír lo que no funciona bien en su empresa

2. Voluntad y coraje para aplicar las medidas de eficiencia resultantes
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