Los Laguitos - El Bolsón-

Veintisiete kilómetros donde la maravilla de nuestros bosques, nos hace olvidar de las piernas cansadas, y las pesadas mochilas en nuestras espaldas.
La preparamos con bastante tiempo, haciendo previamente, algunas caminatas más cortas.
Un par de veces fuimos al Cajón del Azul, también al Encanto Blanco, y al refugio Las Horquetas, de cuatro horas de trekking.
Las Horquetas fue el punto que nos señaló que estábamos listos para la travesía Los Laguitos.
Llegó el veintiuno de noviembre y a las siete y media de la mañana dimos nuestros primeros pasos.
Para Morena era la primera experiencia en una aventura de tantas horas. En los primeros metros su rostro delataba algo de preocupación.
Le pregunté algunas veces si estaba todo bien, hasta que decidimos cambiar las mochilas.
Automáticamente su semblante reflejó el alivio, se sentía más cómoda, y ahora sí con la seguridad de que iba a llegar.
Para quienes nunca hicieron una larga caminata, vale aclarar, que la mente intentará decirte que no puedes, llevándote a pensar cuántos kilómetros te faltan, y cuan pesada es tu mochila.
Pero la clave está en derrotar esos «malos pensamientos» poniendo el foco en la aventura que estás llevando a cabo, que lo que estás haciendo es único, y en el hermoso entorno que te rodea.
Sabíamos que en las últimas horas el tiempo no nos acompañaría, y que la lluvia podía complicar las cosas.
Nuestra primer parada fue en el refugio Las Horquetas, luego de cuatro horas . Allí nos recibió Luisito donde compartimos una linda charla mientras almorzamos.
Alrededor de las 13.30 hs retomamos el camino, el río Rayado serpenteaba jugando entre las piedras y poniéndole música a nuestros cansados pasos.
A los pocos minutos llegó la prometida lluvia, pero estábamos preparados, una capa para cada uno, y a seguir caminando.
Cruzamos el mallín de los chanchos, y luego una larga y extensa subida, las mochilas parecían pesar más, y las piernas mostraban cansancio, pero lo principal, estaba intacto… nuestra mente.
Terminamos la subida, y aparecieron los tan ansiados alerces milenarios. El solo pensar que nacieron antes de Jesuscristo, no hacía correr un escalofrío cargado de emoción.
Y al fin llegamos...
Las subidas intensas se terminaron, y el sendero suave nos indicaba que estábamos cerca.
De pronto el lago Lahuán dijo presente, la alegría, y felicidad se entremezclaba con mis recuerdos de aquella primera vez que llegué a este lugar, hace muchos años.
Nos esperaban tres días inolvidables.

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Muchas Gracias.

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