Salmo 15 - Coherente (80)

Salmo 15 Condiciones

Versículos 4-5: Coherente

Bienvenidos a Miradas. Nuestro viaje a través de los salmos ha llegado al salmo quince, del que hoy veremos su segunda parte.

Este salmo es una reflexión del salmista David sobre las condiciones para estar en comunión con Dios, y que si en la primera parte del salmo pone un acento especial en las palabras, en esta segunda, que veremos hoy, se fija más en las decisiones y acciones; pero todo el salmo se relaciones con el prójimo, es decir que la comunión con Dios y la relación con el prójimo se dependen la una de la otra, vamos, que no puede haber una buena relación con Dios, si no la hay con el prójimo, y una buena relación con Dios produce una buena relación con el prójimo.

Vamos a leer todo el salmo para ver esto mejor, y después nos fijaremos en los versículos cuatro y cinco con más detalle.

El salmo quince dice así:

“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás”. Hasta aquí el salmo.

Veamos ahora de nuevo los versículos finales del mismo, a los que dedicamos nuestra Mirada de hoy y que dicen así.

“Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás”.

Sigue el salmo desgranando las condiciones para la comunión con Dios y siguen siendo, como ya dijimos antes, aspectos de las relaciones con el prójimo.

Veamos la primera frase: “Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová”.

Lo que viene a decir está frase es que, independientemente de la posición social o familiar de los demás, el que agrada al Señor no da su aprecio a los que son indignos delante de Dios, aunque sean importantes para el mundo y poderosos, y se lo da a los temerosos de Dios, aunque sean pobres y humildes.

“El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia”.

Ahora el salmista se refiere a hacer honor a la verdad y mantener la palabra comprometida incluso cuando supone un grave perjuicio, anteponiendo el derecho del prójimo en contra del propio.

“Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho”.

Es decir, que no se aprovecha de su superioridad económica para abusar de los más débiles ni tampoco para hacer trampas contra los que se fían de él.

Por último, el salmista resume el resultado diciendo:

“El que hace estas cosas, no resbalará jamás”.

Es decir, que pisará firme en cualquier circunstancia porque su vida de relación con los demás se produce en el temor de Dios.

Hablemos y vivamos la relación con los demás con reverencia delante de Dios.

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