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El DÍA que DESAPARECIÓ el RÍO de LA PLATA - una HISTORIA REAL

Todos los años tenemos al menos una gran bajante en el Río de la Plata, una vez incluso grabamos un
episodio durante una de estas, pero esas bajantes no fueron nada comparado ocurrido un día con un fenómeno meteorológico de lo mas extraño, inédito para la región, un fuerte viento pampero azotó toda la ciudad haciendo que todos los habitantes se refugiaran en sus hogares, hace mas de 220 años, exactamente el 29 de mayo de 1792 y el escenario fue la colonial ciudad de Buenos Aires, en aquellos tiempos con una población aproximada de 40.000 habitantes, (actualmente 2.900.000) el virrey era Nicolás Antonio Arredondo Pelegrín, el viento era tan feroz que ni los vendedores ambulantes podían realizar sus tareas, todo actividad fue suspendida, el viento fuertísimo que impedía la circulación de carretas y caballos continuó durante toda la tarde y la noche, pero a la mañana siguiente, día 30 de mayo de 1792, el pampero dejó de soplar y todo volvió a la calma, al menos hasta que los primeros vecinos de la ciudad despertaron y pudieron observar que había desaparecido el río de la Plata, si donde debía estar ese increíble mar de agua dulce que era la fuente de vida de la ciudad, que proveía de agua y riquezas ya que era la vía de transporte de personas y bienes hacia distintas partes del imperio, ya no existía, solo se veían charcos de agua por aquí y por allá, y hasta se podían ver los muchos cascos de barcos hundidos entre el lodazal del lecho, recuerdos desenterrados de incontables naufragios.
Como era de esperarse la situación se torno critica, la histeria se apoderó de los vecinos decidieron despertar don Francisco Buendía, alcalde de primer voto, que era el funcionario que se encargaba de las causas civiles, quien tomo el caballo e incredulamente y se dirigió a la costa del río con toda premura hasta comprobar efectivamente la ausencia de las aguas, de esa manera abrió el Cabildo y convocó con urgencia a todos los capitulares, inclusive despertaron al Virrey que dormía en el fuerte de Buenos Aires, que se ubicaba donde actualmente esta la Casa Rosada.
El 30 de mayo de 1792 a las 9 de la mañana todos las autoridades reunidas en el cabildo debatían acerca de que acción tomar ante tamaño desastre natural, nadie sabía que curso tomar ante lo inusitado de los acontecimientos, es cuando Don Martín de Sarratea toma la palabra de la improvisada asamblea y propone enviar a dos de sus ayudantes a caballo examinar la zona y así poder contar con noticias de las aguas, la moción fue aprobada e inmediatamente, Francisco Herrera y Tomás de Balenzategui, empleados de don Martín salieron a todo galope; primero hacia el sur, bordeando la costa del río,

A la altura de Quilmes seguían sin señal de las aguas y es cuando decidieron dirigirse hacia el este. Cabalgaron varios minutos cuando llegaron una pequeña corriente con algo más que un metro de agua, la cruzaron y continuaron hacia la Banda Oriental (actualmente Uruguay), siguieron bastante tiempo hasta que comenzaron a divisar la Colonia del Sacramento, pero pronto se toparon con una fuerte corriente que

les hizo detener la marcha. Mientras hacían planes de cómo cruzarla, vieron que un caballo vadeaba la corriente con mucho valentía desde el otro lado, y entonces pudieron distinguir a un jinete venía aferrado al cogote del animal, intentando por todos los medios mantenerse encima. Lo animaron a gritos para darle fuerzas hasta que alcanzó, con mucho esfuerzo a los porteños que lo esperaban en suelo firme.
Fue ese día que Herrera, Balenzategui y el uruguayo, los únicos tres jinetes de la historia que estrecharon sus manos fraternalmente en el medio del cauce del Río de la Plata, aunque inmediatamente emprendieron el regreso a Buenos Aires. Iban al trotecito hasta que notaron que el río comenzó a crecer lenta pero inexorablemente, así cambiaron a todo galope, durante el trayecto el agua comenzó reaparecer con cada vez con mas fuerza y se les venía encima, aprentaron la marcha hasta que hombres y caballos totalmente exhaustos lograron alcanzar la costa de Quilmes aun cuando el río ya llegaba la mitad de la montura.

Cuando entraron a Buenos Aires. el cabildo presidido por Buendía y todos los cabildantes ya habían suspendido la reunión. El Río de la Plata volvió como siempre, y todos los habitantes de Buenos Aires respiraron aliviados.

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28 марта 2020 г. 1:55:52
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