Lima-Cañete en bicicleta, 1 de Mayo de 2009.

La costa peruana es sin lugar a dudas un área geográfica que ofrece vistas impresionantes, que se van conjugando entre la orilla del mar y el desierto. Todo esto es lo que Antonio Brack, uno de los ecólogos más ilustres de Perú, llama Desierto del Pacífico, que se extiende desde Piura hasta Tumbes y que asciende desde la orilla del mar hasta los 1000 msnm aproximadamente.
Viajar bicicleta por esta ecorregión representa una gran aventura, el camino se ve largo y agotador, pero a medida que vas avanzando vas asumiendo el reto de conquistar tu objetivo. Poco a poco te vas compenetrando con el árido paisaje y con el silencio que es apenas descompuesto por el raudo paso de un vehículo a motor, sin embargo aquello no es motivo de ninguna desazón ya que tú estás plenamente convencido de recorrer a fuerza de puro pedal aquella carretera llamada Panamericana Sur, que se muestra fría y solitaria como una serpiente color negro que se arrastra por las cercanías del mar.
La neblina, el poco viento y poco sol fueron nuestros aliados esta vez, aquel panorama gris y borroso no hacía más que recordarnos que el verano ya se había marchado otra vez. Algunos cuadros se dibujaban tétricos y fantasmales embargados por la neblina que reposaba sobre ellos como masas del algodón. La soledad y el silencio en cada kilómetro de pista fue la constante en este viaje hacia el Sur, sobre todo en el tramo que va desde Asia a Cerro Azul, donde 32 kilómetros se vuelven interminables para quienes los recorren por primera vez. Planicies extensas, subidas, bajadas y más planicies. En lontananza parece atisbarse el fin de la carretera pero cuando llegas a dicho punto compruebas lo iluso que eres al pensar que todo terminaba allí. Los cicloturistas sabemos bien que cuando se hace una ruta de largo aliento no debemos pensar en el final sino en el tramo que estás recorriendo, vivirlo intensamente y grabarlo para siempre en tu memoria, si no haces esto es posible que te generes una tremenda frustración al verificar que tus apuros de llegar se van truncando al voltear una curva o al llegar a la cima de una cuesta, pues en ese instante te das cuenta que aún falta mucho por recorrer. Menos mal que esta vez ninguno de los participantes renunció al objetivo antes de tiempo y por el contrario resistieron con estoicismo los 125 km de recorrido.
Atte.
Dúbert Díaz.
RodandoPerú

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