LOS DOS CAMPESINOS cuando el BIEN se impone ante el MAL

Los DOS CAMPESINOS, es cuento de ANGEL RUIZ.

En un lejano pueblo de alguna parte de este planeta, vivían dos prósperos campesinos, que eran vecinos y que se conocían desde muy niños, ambos con una pequeña familia. Los dos se dedicaban al mismo rubro en el campo; al cultivo de la tierra y a la crianza de animales.
Uno de ellos, al que llamaremos Juan, desde pequeño, aprendió a trabajar el campo, adquiriendo y nutriéndose de la sabiduría de sus antepasados. Dado que él nunca se apartó del lugar en donde nació.
El otro, al que llamaremos Jonás, también hijo de campesino, ya cuando joven se fue a estudiar a otro lugar una carrera universitaria para complementar su conocimiento acerca del trabajo, años corridos volvió y se dedicó a lo mismo que se dedicara su padre en vida, poniendo en práctica lo aprendido.
Los dos eran buenos vecinos y a la vez buenos amigos. A ambos el trabajo les iba muy bien y por lo tanto la vida les sonreía.
En el pequeño pueblo, había una pequeña iglesia, en donde ambos vecinos iban los domingos a misa. Con la diferencia que, Juan era un hombre de fe, pues acudía a la iglesia todos los domingos, él decía que ese día era para agradecer al Todopoderoso.
En cambio Jonás lo hacía solo cuando estaba desocupado o cuando estaba en aprietos. Pero al fin y al cabo, los dos iban a misa y al término de esta se encontraban y conversaban compartiendo sus experiencias acerca de la rutina diaria.

Cierta vez, llegó una plaga y a la vez una peste que azotó los cultivos y animales de ambos campesinos acabando casi con todo. De los dos, Juan fue el más afectado porque quedó casi en la miseria. Las reses y aves que sobrevivieron a la peste eran contados y de su sembrío no sacó ni para el pan. Pero él trabajó y trabajó para reponerse pronto sin dejar de ir los domingos a misa para agradecer a Dios porque aún le tenía con vida, y mientras haya vida había esperanzas de volver a tener lo que tuvo. –Decía
Por otro lado, Jonás el vecino, gracias a sus conocimientos adquiridos, pudo salvar la tercera parte de sus animales y de sus sembríos. Él también trabajó y trabajó para levantarse pronto, pero dejó de ir a escuchar la palabra de Dios los domingos porque decía que no había tiempo y por el contrario renegaba de Dios.

Así pasó el tiempo, y durante ese tiempo los vecinos no se frecuentaron, ambos continuaban con sus rutinas aferrados a sus trabajos, Juan no sabía nada de Jonás ni Jonás de Juan.
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