Загрузка...

APROVECHA las OPORTUNIDADES

El caso de Silvia (mi caso)
Aún me acuerdo de cuando empecé a realizar mis primeras charlas de autoestima y dependencia emocional. Concretamente, recuerdo a la perfección la primera de ellas. Fue hace ya unos cuantos años en la trastienda de una juguetería erótica de Girona. Anna, la encargada de la tienda, llevaba un tiempo proponiéndome que fuera allí a hablar de autoestima. Yo me resistía. Solo con pensar que podía verme alguien que me conociera se me venía el mundo encima. «¿Y si no lo hago bien?», «¿Y si se aburren?», «¿Y si no viene nadie?», «¿Y si hago el ridículo?» Blablablá... mi crítico interior me dejaba sin fuerzas de tanto hundirme con los «¿Y si...». Por suerte, a pesar de mis dudas ese período duró muy poco. Un día pensé que si me daba miedo y yo tenía el deseo de ir creciendo más como profesional, a la larga tendría que acabar hablando en público delante de muchas personas, me gustara o no. Por tanto, tenía un problema. Entonces me di cuenta de que si quería perder ese miedo, tenía que enfrentarme a él. Yo les decía a mis clientes que el miedo es como un monstruo que tiene la espalda blindada. Solo puedes vencerlo si te enfrentas a él de cara. Y así lo hice. En el fondo, tenía claro que, como todo, cuando hubiera hecho muchas charlas y lo tuviera por la mano, ya no me pondría nerviosa y lo haría sin pasarlo mal. A lo mejor, con un poco de suerte incluso quizá algún día disfrutaría haciéndolas. Debía prepararme esa primera charla muy bien para ir segura y tranquila.
50No fui segura ni tranquila, pero te aseguro que invertí muchas horas repitiendo
y repitiendo mi discurso de 50 minutos y tenía claro que cuando lo practicaba me salía como yo quería, con lo cual pensé: «¿Por qué no me va a salir igual?». No te puedes ni imaginar mi estupefacción cuando al llegar allí empezó a entrar
gente y más gente. Acudieron unas setenta personas, muchas de ellas incluso se sentaron en el suelo porque no había más sillas... En fin, inolvidable. Me salió todo bien. Y después de esa primera charla vinieron más. Al final de
cada una de ellas, sentía una subida de adrenalina increíble y pensaba que aquello era genial. Después, con el paso de los días, se me iban por completo las ganas de repetir. Cada vez que tenía una nueva charla, perdía dos kilos de los nervios que pasaba. ¡¡No exagero!! Me recuerdo a mí misma llamando a centros y ayuntamientos para organizar
más de ellas, al tiempo que esa voz interior me decía «Pero ¿qué haces? ¿Por qué vas a pasarlo mal de nuevo? ¿Tienes necesidad?». Pero la respuesta era que sí, la tenía. Yo quería ir creciendo para poder llegar a más gente, deseaba con todo mi ser ayudar a cuanta más gente mejor. Sabía que todos podemos reforzar nuestra autoestima y, con ello, lograr ser más felices. Yo estaba convencida de aquello y sentía la necesidad y el compromiso de transmitir ese mensaje a los demás. Las charlas eran un primer paso necesario, me gustaran o no. Para mí no había más que hablar. Con el tiempo, confirmé que como todo, cuanto más y mejor te lo prepares y
lo practiques, mejor lo harás y más éxito vas a cosechar.

Видео APROVECHA las OPORTUNIDADES канала Edison Arotaipe Oficial
Страницу в закладки Мои закладки
Все заметки Новая заметка Страницу в заметки