Danza para los difuntos

Las danzas del bon-odori se celebran para consolar los espíritus de los difuntos en la creencia de que vuelven para visitar a sus familias cada verano. Hay muchas variaciones regionales, pero la isla de Himeshima, en Oita, tiene unas cuarenta, un número inusualmente grande. En la danza del zorro, que se representa desde el siglo 17, niños menores de 12 años salen disfrazados de zorro con su cara pintada de blanco y bigotes rojos. El instructor, un isleño que de niño bailaba la danza del zorro, enseña los pasos a su hijo y a otros niños. Al ser transmitida entre generaciones la tradición viva del bon-odori forja lazos de unión entre las comunidades.

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