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Personas de la Biblia - Ezequiel

Ezequiel era un sacerdote entre los judíos cautivos que el rey Nabucodonosor llevó a Babilonia en 597 a. de J.C. (véase 2 Reyes 24:11–16; Ezequiel 1:1–2).

En el quinto año de su cautiverio, Ezequiel vio una visión y contempló la gloria de Dios. Jehová llamó a Ezequiel a ser un profeta y a servir de atalaya para advertir, reprender y llamar al arrepentimiento a la casa de Israel (véase Ezequiel 2:3–7; 3:17).

Mediante Ezequiel el Señor dio a Israel un mensaje de advertencia y reprobación, de justicia y juicio, de misericordia y amor que no dio lugar a dudas en cuanto a su indignación por la falta de rectitud del pueblo, y a su deseo de que todos se arrepintieran.

Enseñó que cada uno es responsable de sus propias acciones y que será recompensado o castigado según la forma en que use su albedrío. Enseñó que nadie puede rechazar el consejo del Señor y escapar de los juicios que inevitablemente acompañan a la justicia, y que tienen como finalidad limpiar la iniquidad del alma. Enseñó que todo el que se arrepiente y se aparta de sus iniquidades tendrá de Dios sus bendiciones de misericordia, amor y perdón.

Estos principios se aplican tanto a las personas como a las naciones. Se aplicaron a cada uno de los israelitas y a la nación entera de Judá (Israel), a la cual profetizó Ezequiel. Dios no justificará al pecador ni olvidará a aquellos con quienes ha pactado si es que ellos cumplen con su parte del acuerdo.

En la época de Ezequiel el pueblo del pacto del Señor lo había rechazado y tenía necesidad de ser purificado en "hornos de aflicción" y pesar a fin de apartarse de sus sendas inicuas. Aunque, por motivo de su justicia, Dios permitió esas tribulaciones, por su amor y misericordia infinitos continuó extendiendo la promesa de perdón y vida al alma arrepentida y la de restaurar todas las bendiciones anteriores a Israel si es que se volvía a El.

El Señor tenía un gran profeta, Jeremías, en la corte de Jerusalén; otro, Daniel, en la corte de Babilonia; y un tercero, Ezequiel, entre los exiliados de Babilonia.

Jeremías y Ezequiel eran de linaje sacerdotal; Daniel tal vez haya sido de linaje real (véase Daniel 1:3). Jeremías sirvió al Señor presentando sus advertencias e instrucciones a los reyes y líderes de los que pronto serían conquistados; Daniel, a los conquistadores; y Ezequiel a los exiliados.

Ezequiel, cuyo nombre significa "Dios es fuerte" o "Dios fortalecerá", era hijo de Buzi y sacerdote de la familia de Zadoc. Fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor cuando Joaquín fue llevado cautivo (véase Sidney B. Sperry, The Voice of Israel's Prophets, págs. 189-90).

"La familia (de Ezequiel) debe haber sido considerada influyente e importante, pues, de acuerdo con el relato que está en 2 Reyes 24:14-16, los 'poderosos de la tierra' eran principalmente los que fueron llevados cautivos a Babilonia… cuando Joaquín fue depuesto como rey de Judá.

El libro de Ezequiel sigue el curso de las causas de la cautividad de la nación de Israel, y por qué se metió en ese tremendo lío.

Esta es la historia de la nación, pero también es la historia de una persona. Y debido a ello, es la historia de toda la humanidad.

Los libros del Antiguo Testamento fueron escritos con este principio en mente y son, por lo tanto, de enorme valor para nosotros, ya que lo que le sucede a la nación es exactamente lo que nos sucede a nosotros. Examinándolos cuidadosamente, podemos ver un ejemplo de nuestros problemas y circunstancias expresados en estos libros.

Ezequiel estuvo cautivo en la tierra de Babilonia.

Había sido llevado por Nabucodonosor cuando la nación de Judá fue llevada cautiva, como describe la importante profecía de Jeremías. De modo que Ezequiel es el primer profeta de la cautividad. Hubo dos profetas durante dicha cautividad: Ezequiel y Daniel.

Ezequiel era más mayor que Daniel y profetizó durante los primeros veinte o veinticinco años de ese período de setenta años, cuando Israel estuvo cautiva en Babilonia.

El relato de este libro es la historia de la humanidad y el libro comienza con una tremenda visión de Dios porque toda la vida tiene su origen en Dios, que es el más importante factor en la existencia y en la historia. Si va usted a pensar en cualquier cosa, es preciso empezar por alguna parte. Cualquier persona que quiera pensar con lógica acerca de la vida debe comenzar siempre con Dios y ahí es precisamente donde empieza la Biblia.

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Este libro de Ezequiel empieza, por lo tanto, con una visión mística de Dios. La gloria del profeta Ezequiel es que vio a Dios más claramente que ninguno de los otros profetas.

Si necesita usted que su corazón se sienta estimulado por la revelación del carácter y la gloria de Dios, lea Ezequiel porque él es el gran profeta que contempló la gloria de Dios.

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3 ноября 2015 г. 21:40:14
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