Los primeros diez días del Papa León XIV: sencillez, continuidad y esperanza
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo
En un mundo que necesita signos de humanidad y esperanza, los primeros diez días del pontificado del Papa León XIV han sido una brisa serena en el rostro. Su estilo austero, su cercanía con los pobres y su mirada dirigida a Cristo como centro de la historia marcan un comienzo lleno de gestos elocuentes, que recuerdan el legado de su predecesor, el Papa Francisco, al que no sólo honra con sus palabras, sino con su propia vida.
Las primeras imágenes que dieron la vuelta al mundo mostraron al obispo Roberto Francisco Prevost sirviendo platos en un comedor popular, con aire sencillo y sonrisa abierta. No era una aparición fugaz para las cámaras, sino una presencia extendida, compartiendo comida y tiempo, escuchando relatos, bendiciendo a quienes se acercaban con humildad y esperanza. "El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos", dijo citando a Jesús, pero también evocando gestos que recordaban las visitas de Francisco a Lampedusa, a las villas miserias, a los campos de refugiados. Para servir a Jesús hay que estar entre los últimos.
Simultáneamente aparecieron fotos que lo mostraron caminando con botas altas en medio de una inundación en una zona afectada por tormentas. No llegó en helicóptero ni en auto blindado. Caminó, se embarró, habló con las familias que lo habían perdido todo. Es el estilo que el Papa parece querer imprimir a su pontificado: vivir con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
Los primeros días del Papa León XIV han dejado claro que no se trata sólo de un cambio de pontífice, sino de una continuidad con nuevo impulso y su impronta particular. Con gestos concretos, palabras medidas y una ternura que no es debilidad sino fortaleza, León XIV ha comenzado a escribir su historia. Lo hace de la mano de los pobres, los que sufren, los que creen, los que dudan. Nació en Estados Unidos, vivió muchos años en Roma, recorrió el mundo como Prior General de los Sacerdotes Agustinos, sirvió como misionero y obispo en Perú (de allí es su pasaporte), y se presenta con una sola bandera: la del Evangelio de Jesús.
Cuando leas estas líneas, querido lector, querida lectora, seguramente ya habrá sucedido en las escalinatas de la Basílica de San Pedro la misa grande en la que León XIV inaugure su ministerio como pontífice. Habrá palabras, gestos, presencias, miradas. Su magisterio ya está en marcha resonando en nuestros corazones.
Видео Los primeros diez días del Papa León XIV: sencillez, continuidad y esperanza канала Arzobispado de San Juan de Cuyo
En un mundo que necesita signos de humanidad y esperanza, los primeros diez días del pontificado del Papa León XIV han sido una brisa serena en el rostro. Su estilo austero, su cercanía con los pobres y su mirada dirigida a Cristo como centro de la historia marcan un comienzo lleno de gestos elocuentes, que recuerdan el legado de su predecesor, el Papa Francisco, al que no sólo honra con sus palabras, sino con su propia vida.
Las primeras imágenes que dieron la vuelta al mundo mostraron al obispo Roberto Francisco Prevost sirviendo platos en un comedor popular, con aire sencillo y sonrisa abierta. No era una aparición fugaz para las cámaras, sino una presencia extendida, compartiendo comida y tiempo, escuchando relatos, bendiciendo a quienes se acercaban con humildad y esperanza. "El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos", dijo citando a Jesús, pero también evocando gestos que recordaban las visitas de Francisco a Lampedusa, a las villas miserias, a los campos de refugiados. Para servir a Jesús hay que estar entre los últimos.
Simultáneamente aparecieron fotos que lo mostraron caminando con botas altas en medio de una inundación en una zona afectada por tormentas. No llegó en helicóptero ni en auto blindado. Caminó, se embarró, habló con las familias que lo habían perdido todo. Es el estilo que el Papa parece querer imprimir a su pontificado: vivir con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
Los primeros días del Papa León XIV han dejado claro que no se trata sólo de un cambio de pontífice, sino de una continuidad con nuevo impulso y su impronta particular. Con gestos concretos, palabras medidas y una ternura que no es debilidad sino fortaleza, León XIV ha comenzado a escribir su historia. Lo hace de la mano de los pobres, los que sufren, los que creen, los que dudan. Nació en Estados Unidos, vivió muchos años en Roma, recorrió el mundo como Prior General de los Sacerdotes Agustinos, sirvió como misionero y obispo en Perú (de allí es su pasaporte), y se presenta con una sola bandera: la del Evangelio de Jesús.
Cuando leas estas líneas, querido lector, querida lectora, seguramente ya habrá sucedido en las escalinatas de la Basílica de San Pedro la misa grande en la que León XIV inaugure su ministerio como pontífice. Habrá palabras, gestos, presencias, miradas. Su magisterio ya está en marcha resonando en nuestros corazones.
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