La vida en el Paleolítico

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La vida en el Paleolítico fue un tiempo de fuego, piedra y silencio, donde el ser humano comenzaba a reconocerse en su fragilidad y en su fuerza. No existían ciudades ni imperios, solo pequeños grupos nómadas que seguían el ritmo de los animales y las estaciones. Era la era de los cazadores y recolectores, del esfuerzo compartido para sobrevivir y de la lenta construcción de lo que hoy llamamos cultura. El Paleolítico es, en cierto modo, la infancia de la humanidad, un tiempo en que cada hallazgo –un hueso trabajado, una chispa encendida– se convertía en milagro.

Allí nació la primera gran revolución: el dominio del fuego, que no solo iluminaba las cavernas, sino que también ofrecía calor, protección y un espacio donde los hombres y mujeres compartían historias. En las paredes de las cuevas, el arte rupestre surgía como un grito estético, como el primer intento de dejar huella, de fijar en símbolos la relación con el mundo. El Paleolítico fue también tiempo de invención de herramientas, de lanzas, cuchillos y raspadores que abrían la posibilidad de transformar la naturaleza con la inteligencia.

La vida cotidiana se tejía con la cooperación. La supervivencia dependía de la solidaridad del grupo, de la división de tareas, del instinto de protección mutua. En aquellos campamentos temporales se forjaban vínculos que no solo eran biológicos, sino también espirituales, con ritos y creencias que unían a la comunidad frente al misterio de la existencia.

Viendo este vídeo descubrirás cómo vivían los humanos en el Paleolítico, qué papel jugaban la caza y la recolección, cómo se organizaron los primeros grupos sociales, qué significaban las pinturas rupestres, cómo influyó el fuego en su vida diaria y qué claves de la evolución se gestaron en esa larga etapa. ¿Qué nos revela el Paleolítico sobre nuestra verdadera naturaleza?

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