DGPM 1072 - 4: La ruta del hierro
Seara está a más de mil metros de altitud, entre las sierras dos Cabalos y del Courel. Es la puerta de entrada al Pico Formigueiros. Las minas de hierro de esta montaña abastecieron durante siglos a las herrerías y mazos de los valles del Selmo, Soldón y Quiroga. Por aquí pasaba la antigua ruta del mineral.
Esta aldea pizarrosa de casas apiñadas se conserva como hace siglos. Seara fue incluida hace dos décadas en un programa Leader Plus. Con fondos europeos se restauraron casas, plazas y calzadas, respetando el estilo tradicional y usando materiales típicos del Courel.
Pero las rúas de Seara están desiertas en temporada baja. Y las casas restauradas están cerradas. Los residentes ausentes y los turistas llegan en verano, y algún senderistas los fines de semana para subir al Formigueiros y visitar la catarata más famosa del Courel.
La fervenza de Vieiros está al pie de la Serra dos Cabalos, que separa Galicia de León. Para bajar hasta el río hay que atravesar un bosque de ribera con avellanos.
El río Selmo se despeña formando una cola de caballo de 16 metros de altura.
La carretera sortea con muchas curvas y pretiles los barrancos de la sierra de Roxa Longa.
Soldón está escondida en medio de un souto. En esta aldea casi abandonada, como otras de este valle, solo quedan ocho vecinos, y casi todos mayores. El más joven del pueblo tiene 45 años. José Antonio fue emigrante pero ha retornado a su aldea. Está reparando la vieja escuela de Soldon donde aprendió a leer y escribir con otros 13 alumnos, pero ya no hay niños en Soldón.
Los muros, los tejados de pizarra y los balcones de madera se derrumban. El éxodo rural que dejó despobladas estas aldeas amenaza ahora su arquitectura popular, un patrimonio que habia conservado intacto hasta hace medio siglo. Sin habitantes las casas se caen.
A la sombra de viejos castaños está la capilla de San Miguel, recien enlucida.
Soldón fue un pueblo grande, de cuarenta familias, hasta la década de los sesenta, cuando la gente empezó a emigrar en masa a las ciudades. El censo de población cayó en picado.
Los nuevos residentes son siempre bienvenidos. Mónica lleva un año viviendo en Soldón. Esta madrileña conoció el Courel hace seis años; le gustaron el paisaje y la gente y se compró una "palleira" para restaurarla.
O Mazo está a orillas del río Soldón, entre "devesas", los bosques autóctonos del Courel. En una casa solitaria, apartado del mundo, vive Gumersindo, pastor y apicultor. Tiene veinte ovejas por los prados y vende la miel que producen sus ocho colmenas.
El mazo hace tiempo que desapareció del lugar.
La herrería de Rugando la fundaron los monjes de Samos hace cuatro siglos. Fue una de las últimas del Courel en dejar de fundir. Aquí remataba el viaje de los carros que traían el mineral desde la veta del Formigueiros.
La antigua herrería monacal fue restaurada y reconvertida en una casa de turismo rural con cuatro salones, seis habitaciones dobles y una piscina climatizada. La solaina tiene vistas al río Soldón.
Desde Rugando se puede ir a pie al lugar de Vilarmel por un antiguo camino de carro.
Brezos, xestas y carqueixas tiñen de rojo y amarillo las laderas de la Serra do Cabreiro. Las uceiras de estas montañas producen una excelente miel.
Para entrar en Vilarmel hay que pasar por un souto centenario. En esta aldea de apicultores cada vecino tenía una albariza con colmenas.
Видео DGPM 1072 - 4: La ruta del hierro канала Desde Galicia para el Mundo
Esta aldea pizarrosa de casas apiñadas se conserva como hace siglos. Seara fue incluida hace dos décadas en un programa Leader Plus. Con fondos europeos se restauraron casas, plazas y calzadas, respetando el estilo tradicional y usando materiales típicos del Courel.
Pero las rúas de Seara están desiertas en temporada baja. Y las casas restauradas están cerradas. Los residentes ausentes y los turistas llegan en verano, y algún senderistas los fines de semana para subir al Formigueiros y visitar la catarata más famosa del Courel.
La fervenza de Vieiros está al pie de la Serra dos Cabalos, que separa Galicia de León. Para bajar hasta el río hay que atravesar un bosque de ribera con avellanos.
El río Selmo se despeña formando una cola de caballo de 16 metros de altura.
La carretera sortea con muchas curvas y pretiles los barrancos de la sierra de Roxa Longa.
Soldón está escondida en medio de un souto. En esta aldea casi abandonada, como otras de este valle, solo quedan ocho vecinos, y casi todos mayores. El más joven del pueblo tiene 45 años. José Antonio fue emigrante pero ha retornado a su aldea. Está reparando la vieja escuela de Soldon donde aprendió a leer y escribir con otros 13 alumnos, pero ya no hay niños en Soldón.
Los muros, los tejados de pizarra y los balcones de madera se derrumban. El éxodo rural que dejó despobladas estas aldeas amenaza ahora su arquitectura popular, un patrimonio que habia conservado intacto hasta hace medio siglo. Sin habitantes las casas se caen.
A la sombra de viejos castaños está la capilla de San Miguel, recien enlucida.
Soldón fue un pueblo grande, de cuarenta familias, hasta la década de los sesenta, cuando la gente empezó a emigrar en masa a las ciudades. El censo de población cayó en picado.
Los nuevos residentes son siempre bienvenidos. Mónica lleva un año viviendo en Soldón. Esta madrileña conoció el Courel hace seis años; le gustaron el paisaje y la gente y se compró una "palleira" para restaurarla.
O Mazo está a orillas del río Soldón, entre "devesas", los bosques autóctonos del Courel. En una casa solitaria, apartado del mundo, vive Gumersindo, pastor y apicultor. Tiene veinte ovejas por los prados y vende la miel que producen sus ocho colmenas.
El mazo hace tiempo que desapareció del lugar.
La herrería de Rugando la fundaron los monjes de Samos hace cuatro siglos. Fue una de las últimas del Courel en dejar de fundir. Aquí remataba el viaje de los carros que traían el mineral desde la veta del Formigueiros.
La antigua herrería monacal fue restaurada y reconvertida en una casa de turismo rural con cuatro salones, seis habitaciones dobles y una piscina climatizada. La solaina tiene vistas al río Soldón.
Desde Rugando se puede ir a pie al lugar de Vilarmel por un antiguo camino de carro.
Brezos, xestas y carqueixas tiñen de rojo y amarillo las laderas de la Serra do Cabreiro. Las uceiras de estas montañas producen una excelente miel.
Para entrar en Vilarmel hay que pasar por un souto centenario. En esta aldea de apicultores cada vecino tenía una albariza con colmenas.
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