Retiro de Cuaresma: Mirarle solo a Él (La Cuaresma en el Carmelo)

Este es el link para la Oración del Retiro: https://youtu.be/SjSrQsERG9o

¿Cómo vivir la Cuaresma?

- “La ceniza sugiere que la más alta dignidad de un ser humano es su capacidad de gastarse, consumirse inútilmente amando... como se pueda o se sepa. Quemarse, sí, quemarse y arder. El problema es conservarse y no arder” (Miguel Márquez). ¿Cómo vivo la entrega en mi vida? ¿Me reservo mucho para mi?

- El Evangelio de las tentaciones nos muestra nuestras tentaciones: de poder, de tener, de placer. ¿Cuáles son mis tentaciones?

¡Vivir la Cuaresma a lo Carmelita!
Santa Teresa: la oración vence el deseo de buscar lo placentero
‘Esta vez le hizo bien porque ‘estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios’ (V 9,3).
‘Tenía este modo de oración: que, como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí, y hallábame mejor a mi parecer de las partes adonde le veía más solo. Parecíame a mí que, estando solo y afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí. De estas simplicidades tenía muchas’ (V 9,4).
‘Mirad que convida el Señor a todos. Pues es la misma verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no nos llamara el Señor a todos, y aunque los llamara, no dijera: "Yo os daré de beber". Pudiera decir: "Venid todos, que, en fin, no perderéis nada; y los que a mí me pareciere, yo los daré de beber". Mas como dijo, sin esta condición, "a todos", tengo por cierto que todos los que no se quedaren en el camino, no les faltará esta agua vivir’ (CV 19,15)

Santa Teresita: la limosna que vence el deseo de tener
"El recuerdo de mis faltas me humilla, me lleva a no apoyarme jamás en mi fuerza que no es más que debilidad, mas este recuerdo me habla más aun de misericordia y amor." (Ms A, 23r).

‘Ahora no me sorprendo de nada ni me aflijo al ver que soy la debilidad misma; al contrario, me glorío de ello y espero descubrir en mi cada día nuevas imperfecciones. Acordándome de que la caridad cubre multitud de los pecados, exploto esta mina fecunda que Jesús ha abierto en mi’. (Ms C 15r).

‘Lo que agrada a Dios en mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza. Es la esperanza ciega que tengo en su misericordia’ (Cta. 197).

San Juan de la Cruz: el ayuno que vence el deseo de poseer
“El mirar de Dios es amar. Y es de saber que la mirada de Dios cuatro bienes hace en el alma, es a saber: limpiarla, agraciarla. enriquecerla y alumbrarla; así como el sol cuando envía sus rayos, que enjuga y calienta y hermosea y resplandece” (CB 33,1).
“Por tanto, cuando Dios mira al alma la ama. Y el amar Dios al alma es meterla en cierta manera en sí mismo, igualándola consigo, y así, ama al alma en sí consigo con el mismo amor que él se ama.” (CB 32,6).

Citas bíblicas: Mc 1,12-15; Mc 9,1-9; Jn 2,13-25; Jn 3,14-21; Jn 12,20-33.

Otros textos:
Texto 1: « El mérito no consiste en hacer mucho ni en dar mucho, sino más bien en recibir, en amar mucho...¡Ay, Celina, qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos...
(Cta. 142 (Santa Teresa de Lisieux)).

Texto 2: ¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos. Y si es que esperas a mis obras para por ese medio concederme mi ruego, dámelas tú y óbramelas, y las penas que tú quisieras aceptar, y hágase. Y si a las obras mías no esperas, ¿qué esperas, clementísimo Señor mío? ¿Por qué te tardas? Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te pido, toma mi cornadillo, pues le quieres, y dame este bien, pues que tú también lo quieres.
¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío?
¿Cómo se levantará a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas, si no le levantas tú, Señor, con la mano que le hiciste?
No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero.
¿Con qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?
Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en meajas que se caen de la mesa de tu Padre.
Sal fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón (Oración del alma enamorada, San Juan de la Cruz).

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