COMO UN TITERE CON LETRA AMANDA MIGUEL

Gracias, amor. Adiós
Sólo tres palabras, y cuanto sentimiento hay detrás de ellas.

Gracias por haberme hecho feliz, por descubrirme un mundo que desconocía, por hacerme sentir mujer, por demostrarme que soy persona por encima de todo.

Gracias por tus besos, tus caricias y tus abrazos; por esa mirada tierna que me mandabas donde estuviéramos; y por decirme palabras tan bellas que las sigo guardando en el corazón.

Y gracias por haberte mostrado tal cual eres y haber admirado que hiciera lo mismo, aunque eso nos haya dado tantos problemas.

Amor es el que siento. No es posible, así de pronto, dejar de quererte. Tal vez ocurra algún día. Tu recuerdo se irá diluyendo aunque la marca será permanente en el corazón. Y podrá llegar otra persona -tiene que venir- con quien intentar, de nuevo, emprender un proyecto común.

Amor que no por ser fugaz es menos intenso. Lo fue desde el primer día y nos ha proporcionado una felicidad inmensa.

Amor sin mentiras, que no es fácil de encontrar; y sin verdades camufladas; esas verdades que nos han hecho replantearnos muchas cosas, recapacitar y no seguir adelante, evitando así hacernos daño.

Adiós por todo eso, y porque no podemos darnos nada que no sea todo. Desde la entrega absoluta, desde el desinterés propio, desde la cabeza fría, aunque hablemos de sentimientos.

Adiós no es palabra fácil, ni deseable; es un punto no seguido en el que se renuncia, a veces sin pleno convencimiento. Pero adiós puede llegar a ser inevitable cuando poco queda, o demasiado y no conveniente.

"Gracias, amor. Adiós". Lo dice todo y deja poco espacio a la esperanza. En algún momento la sombra de la desilusión ha interrumpido sin ser invitada.

Y, una vez mandado el mensaje, puede llegar la tentación. Para evitarla, para que estas palabras sean de verdad -si así lo hemos decidido- las últimas, sólo queda una solución: borrar del teléfono ese número tan querido. Así, cuando la añoranza nos haga plantearnos el adiós definitivo, nos quedamos sin medios para teclear un "Perdona, amor, vuelvo".

Pero tampoco seamos radicales ni fatalistas, el número debe quedarse en la agenda habitual, por si llegara el momento de regrabarlo.

No hay decisiones sin retorno; pero hay que ser consecuentes. Para volubles, las volaeras; con el corazón no se debe jugar.

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