Lo Mejor y lo Peor del 2022 para el Medioambiente

2022 fue un año en que vimos muy claramente la manifestación de la crisis climática. Sería demasiado largo enumerar ahora todas las catástrofes naturales como sequías, inundaciones, huracanes, tifones, olas de frío y de calor e incendios forestales que marcaron prácticamente la totalidad del año y afectaron en mayor o menor medida a todos los países del mundo.
Este año llegamos a los 8 mil millones de personas, la nación de Tuvalu aceptó que su país desaparecerá en los próximos años a causa del aumento del nivel del mar y descubrimos que los microplásticos han llegado incluso a nuevos lugares que pensábamos que no estaban contaminados por nuestra basura, como la nieve de la Antártica, la carne, sangre y leche de animales de consumo humano e incluso nuestros pulmones.
Y si bien la cantidad y la magnitud de estos desastres naturales exacerbados por la acción humana pueden ser angustiantes, este año también tuvo eventos y noticias positivas que dan esperanza de que la humanidad está tomando conciencia de la gravedad de la situación y realizando acciones decisivas en la dirección correcta.
No obstante que aún queda un largo camino por recorrer y que efectivamente nuestros gobiernos deben comprometerse con mayor ímpetu para solucionar la emergencia climática, este año se implementaron leyes y decisiones políticas tanto a nivel nacional como internacional de gran significancia.
Por ejemplo, Estados Unidos aprobó la mayor inversión en su historia relacionada con el medioambiente, la llamada Acta de Reducción Inflacionaria. En la COP 27, los líderes del mundo acordaron crear un fondo de pérdidas y daños para los países más vulnerables. También en la COP 15 de biodiversidad, el mundo acordó poner bajo protección jurídica 30% de toda la tierra y el mar del planeta de aquí al 2030 para salvaguardar los hábitats y las especies. También se prohibió la caza de prácticamente todas las especies de tiburón y se implementaron nuevas restricciones al tráfico de especies en peligro de extinción o productos derivados de ellos. La victoria presidencial de Lula en Brasil da esperanza para que la destrucción del Amazonas sea contenida y de hecho varios fondos internacionales que habían sido suspendidos durante el gobierno de Bolsonaro han sido reactivados para frenar la deforestación. En esta misma nota, la Unión Europea prohibió la importación de productos que vengan de zonas del mundo que han sido deforestadas y también reestructuró radicalmente su mercado de carbono en lo que bien podría ser la mayor política ambiental de las últimas décadas en Europa.
Este año, muchos países se comprometieron a metas climáticas más ambiciosas de las que fueron propuestas en años anteriores y también vimos una aceleración en la transición hacia las energías renovables. Las poblaciones de varias especies que se encontraban en peligro de extinción han repuntado y los esfuerzos de reintroducción de especies han dado frutos, haciendo que algunas especies finalmente vuelvan a países donde llevaban décadas extintas.
Este año también vimos un gran número de protestas ambientales, desde manifestaciones pacíficas hasta actos más radicales, como protestas en museos y bloqueos de calles. Si bien se puede debatir sobre si éstas necesariamente son las mejores maneras de protestar o qué tan efectivas pueden ser realmente, sí debemos reconocer que demuestran la existencia de una sociedad civil descontenta con la falta de acción de la clase política por enfrentar la crisis ambiental con la seriedad que merece.

En resumen, 2022 fue un año con bastantes hechos y noticias que pasarán a la historia y si bien es innegable que la situación ambiental es seria y que aún no hemos solucionado nuestro principal desafío como especie, que es lograr coexistir en harmonía con nuestro planeta y sus ecosistemas, no sería correcto tampoco decir que todo fue malo. 2022 nos mostró cómo podría verse nuestro futuro si no combatimos la crisis climática, pero también nos sorprendió con incontables avances pequeños y grandes en la dirección correcta hacia un futuro más sustentable.
Y así es como debemos vivir en el 2023, no con la idea de que todo está perdido y ya no vale la pena hacer nada, sino con la convicción de que aún hay esperanza de que podemos vivir en un mundo mejor.
Un muy Feliz Año Nuevo, y Bienvenido al Holoceno.

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