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Hiparquía |La primera filósofa de la Historia

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Fue la primera gran filósofa de la historia. Y lo hizo no abrazando una doctrina tradicional o un pensamiento de clase acomodada, sino échandose a la calle como una perra y defendiendo, envuelta en harapos, una filosofía de vida que ponía en pie y desafiaba toda la tradición y la cultura griega. Hoy vamos a hablar de Hiparquía, la filósofa de la escuela de los perros.

Hiparquía nació en Maronea de Tracia, en la costa del Egeo, hacia el 340 a.C. Su familia era de clase social elevada, por lo que tuvo seguramente una educación refinada y vivió sus primeros años rodeada de todo tipo de comodidades.

Su relación con la filosofía llega gracias a su hermano Metrocles, quien seducido por la filosofía cínica de Crates de Tebas introducirá en las cuestiones del pensamiento a Hiparquía.

Hiparquía comenzará a frecuentar junto a su hermano a Crates, de quien se enamorará profundamente y por el cual se convertirá en filósofa. Pero, ¿quién era Crates?

Crates es una figura clave para entender la filosofía de las escuelas que se derivan del pensamiento socrático.

Crates había nacido en una familia muy rica, pero al conocer al filósofo cínico Diógenes de Sinope donó todos sus bienes y se entregó al filosofar, viviendo como los filósofos perros, en armonía con la naturaleza y alejado de todo lo material. A su vez, Crates es el maestro con el que se va a formar durante sus primeros años Zenón de Citio, el fundador del estoicismo. Es decir, que sus pensamientos no son solo de importancia para la escuela cínica, sino que ponen las bases para el desarrollo del estoicismo.
Hiparquía se enamoró profundamente de Crates, unos 20 años mayor que ella, y de su filosofía, renunciando a su familia y al bienestar de su clase social para vivir como su marido. Sus padres intentaron persuadirla para que no se casara, pero amenazó con quitarse la vida si no permitían su enlace con Crates. El propio Crates, intentó también hacerle ver lo perjudicial que sería su matrimonio, pero era tal su convicción que no dudó en transgredir todas las reglas culturales de su época y contraer matrimonio con Crates.

Y es que la filosofía de Crates no era una filosofía cualquiera. Ser mujer de Crates significaba adoptar la filosofía más radical existente: vestir con harapos, vivir como los animales o fornicar en público.

Hiparquía desafió a la sociedad patriarcal y misógina del momento, acudiendo con su esposo a simposios filosóficos donde protagonizaba apasionadas discusiones. Debemos recordar que las mujeres de la Grecia Clásica tenían casi prohibida la vida pública y que a los banquetes solo asistían las prostitutas o heteras. Es decir, que la presencia de Hiparquía en estas celebraciones era todo un desafío para el resto de filósofos griegos, como da buena muestra el enfrentamiento famoso que tuvo con Teodoro el ateo.

Sucedió, que en un banquete en casa de Lisímaco, Hiparquía empleó el sofisma de que si Teodoro puede dañarse a sí mismo, también es lícito que Hiparquía dañe a Teodoro. Esta agudeza retórica enfureció a Teodoro el Ateo, que con ánimo de ofenderla le tiró de la túnica y la dejó medio desnuda. Pero como Hiparquía no se molestó por ello. Teodoro le preguntó con ánimo de ofensa que si era ella la que había cambiado la rueca de tejer por la filosofía, a lo que Hiparquía contestó de nuevo con una pregunta retórica que dejaba a Teodoro en ridículo: ¿te parece mal, Teodoro, que haya gastado en las ciencias el tiempo que había de gastar en las telas?

Además de ingeniosas respuestas en Simposios y del ejemplo práctico de una vida cínica, Hiparquía escribió varias obras filosóficas de las que solo sabemos sus nombres: Cuestiones sobre Teodoro el ateo; Hipótesis filosóficas y Epiqueremas.

Es interesante y revelador traer a colación los versos que el poeta Antípatro escribió sobre ella en el siglo II a.C. y que dice así:

Yo, Hiparquía, no seguí las costumbres del sexo
femenino, sino que con corazón varonil seguí
a los fuertes perros. No me gustó el manto sujeto
con la fíbula, ni el pie calzado y mi cinta se
olvidó del perfume. Voy descalza, con un bastón,
un vestido me cubre los miembros y tengo
la dura tierra en vez de un lecho. Soy dueña
de mi vida para saber tanto y más que las ménades para cazar.

A su muerte en el 300 .a.C, con 46 años, los filósofos cínicos instauraron una fiesta en su honor, la kynogamia, o fiesta de la mujer perra.

A Hiparquía, a pesar de no aportar ideas filosóficas a la historia del pensamiento, hay que reconocerle un mérito más que notable en la Historia de la Filosofía, pues fue no solo capaz de demostrar que la mujer era válida para desempeñar una ocupación de hombres y ser tan válida como ellos, sino que se atrevió con la disciplina que más vedada parecía estar para las mujeres, pues eran consideradas como seres no aptos para el pensamiento y la filosofía.

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14 декабря 2019 г. 18:27:51
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