Inversión responsable

El incremento de la consciencia ecológica o el respeto a los derechos humanos ha hecho que los operadores de mercados de valores y sistemas financieros exijan buenas prácticas empresariales antes de dar su visto bueno para la entrada en sus índices éticos. Corría 1999 cuando Dow Jones lanzó el primer índice sostenible. En 2001 Londres hizo los deberes con su FTSE4Good, que poco a poco ha ido extendiendo a otras regiones. Hoy, el operador del mercado británico estima que alrededor de 10.000 millones de euros en fondos replican el comportamiento de sus índices éticos. El valor de la inversión responsable en Europa alcanzó en 2008 2,8 BILLONES de euros, lo que representa el 15 por ciento del valor de todos los fondos gestionados en el Viejo Continente.
La responsabilidad social corporativa también ha irrumpido con fuerza en España. De la mano del gestor de la bolsa de Londres, Bolsas y Mercados Españoles creó en 2008 el FTSE4Good Ibex, formado actualmente por 32 de las mayores empresas cotizadas del país. Hay, no obstante, algunas compañías y sectores que nunca podrán estar representados en este indicador: tabaqueras, fabricantes de armas y operadores de centrales nucleares tienen vetado el acceso al índice. La incorporación del resto depende de sus esfuerzos en cuanto a la preservación de los derechos humanos, la sostenibilidad medioambiental y otras prácticas de responsabilidad social corporativa.
No hay que olvidar que la gente invierte en instrumentos financieros para ganar dinero. En ese sentido, los índices éticos están diseñados para ser rentables. Tanto es así que en muchos casos su comportamiento es mejor que el de la mayoría de indicadores de referencia. A ello hay que su sumar otras ventajas: más allá de la satisfacción del usuario por invertir en un producto que encaja con sus ideas, pertenecer a un índice responsable eleva el control al que está sometido la empresa, lo que genera mayor transparencia y garantías de rentabilidad futura. Pero no sólo eso, estas compañías suelen estar mejor dirigidas, sufren menos huelgas y boicots y se enfrentan a un número menor de litigios.
Todo ello, mejora sus resultados financieros y claro está, su reputación y su imagen.

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