The Last Honey Hunter

Han pasado 42 años desde que este hombre tuvo el sueño que lo llevó a seguir este camino. Tenía 15 años, y sucedió la noche siguiente a la jornada en que ayudó por primera vez a su padre en la recolección de miel.
«Vi a dos hermosas mujeres -recuerda-. De repente me encontré atrapado en una telaraña tendida en la pared de un acantilado. Yo intentaba liberarme cuando divisé un gran mono blanco por encima de mí. Este dejó caer su cola, y las mujeres me ayudaron a agarrarla. Entonces el mono me impulsó hacia arriba y escapé».
Los ancianos, entre los que estaba su padre, le dijeron que aquel mono era Rangkemi, el espíritu guardián de las abejas y de los monos, una entidad a veces colérica que mora en lugares peligrosos a los que pocos humanos se atreven a acceder. Le garantizaron que Rangkemi le permitiría ir de forma segura a los riscos, y que nunca lo castigaría ni a él ni a su familia por llevarse la valiosa miel. Aquel día Mauli se echó a la espalda la insólita y pesada carga que supone ser un recolector de miel kulung. Desde entonces ha arriesgado su vida cada primavera y cada otoño para recoger esa dulce sustancia alucinógena de los mismos riscos en los que, una generación antes, había trabajado su padre.
Mauli nació a la luz de una antorcha de bambú en Chheskam, una aldea situada al otro lado del valle. Allí no había escuela; su aula fueron las empinadas terrazas de las montañas, donde pasó su juventud segando hierba y criando ganado. Para muchos kulung, la pobreza y el aislamiento son causa de muerte prematura. Mauli tuvo cuatro hermanos, pero dos de ellos fallecieron; se ha casado y ha enviudado tres veces, de modo que ha tenido que criar él solo a sus cuatro hijas, dos hijos, cinco nietos y algunos parientes más que entran y salen de su cabaña a todas horas.

Видео The Last Honey Hunter канала Ernesto Olivares Miranda