Los Guardianes del Lago Tanganyika/The Guardians of Lake Tanganyika

Cada tarde, el puerto de Kibirizi, en Kigoma, Tanzania, cobra vida con el ir y venir de los pescadores que se preparan para zarpar en sus barcas hacia las aguas
profundas del lago Tanganyika.
Es un espectáculo que refleja la resistencia y la dedicación de quienes dependen del lago para su sustento.
Las barcas zarpan atadas de dos en dos, deslizándose sobre el agua con 3 o 4 hombres a bordo de cada embarcación, dispuestos a pasar toda la noche enfrentando la incertidumbre en la inmensidad del lago y sin equipos de seguridad.
La pesca en sus aguas conlleva un gran riesgo debido a las tormentas repentinas y los impredecibles fuertes vientos.
Aunque no hay datos, reportes indican que decenas de pescadores mueren cada año.
Con el murmullo del agua, y solo el ruido de sus motores, los pescadores lanzarán sus redes con la esperanza de una buena captura.
No solo es una labor dura y peligrosa, sino también una tradición que ha alimentado a generaciones.
Al amanecer, las embarcaciones regresarán al puerto con la expectativa de haber conseguido suficiente pesca para vender y sobrevivir un día más.
Sin embargo, la realidad es incierta: algunos hoy volverán satisfechos, mientras que otros apenas tendrán lo necesario.
Este ritual diario no solo muestra la dureza del oficio, sino también la resiliencia de una comunidad que vive en armonía con el lago, confiando en sus aguas para seguir adelante.
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Every evening, Kibirizi Harbor in Kigoma, Tanzania, comes alive with the comings and goings of fishermen preparing to set sail in their boats for the deep waters of Lake Tanganyika.
It's a spectacle that reflects the resilience and dedication of those who depend on the lake for their livelihood.
The boats set sail tied together in pairs, gliding across the water with three or four men aboard each vessel, prepared to spend the entire night facing uncertainty in the vastness of the lake and without safety equipment.
Fishing in its waters carries great risk due to sudden storms and unpredictable strong winds.
Although there is no data, reports indicate that dozens of fishermen die each year.
With the murmur of the water and only the sound of their engines, the fishermen will cast their nets in the hope of a good catch.
It is not only hard and dangerous work, but also a tradition that has nourished generations. At dawn, the boats will return to the port with the expectation of having caught enough to sell and survive another day.
However, the reality is uncertain: some will return satisfied today, while others will have barely enough.
This daily ritual not only demonstrates the hardship of the trade, but also the resilience of a community that lives in harmony with the lake, trusting in its waters to keep them going.

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