El Castillo de la Cumbrecita, ( Córdoba )

El Castillo... Un cuento real en un pueblo de cuentos...

Los sueños se construyen bloque a bloque...
Castillo de la Cumbrecita.... El sueño de alguien que se atrevió.... Su apellido era Erwin Müller.... Y un dato curioso, cada bloque tiene un símbolo antiguo pintado. Fué construido por él, bloque por bloque, puerta por puerta ...
Cuando quería visitas subía una bandera verde, cuando no una roja... Que tal?
Era poeta y diplomático. Cuando terminó la guerra volvió a Alemania, dónde construyó un campanario... El gobierno no se lo permitía. En la post guerra solo dejaban construir casas con muchas habitaciones... El logró con astucia su objetivo. Empezó por el campanario y cuando lo terminó dijo que no tenía dinero para seguir( esto me lo relato Erika Bachman, mi amada amiga que ya no está...)
Un nuevo sueño... Un hombre que hizo de su vida lo que deseó y creyó desde lo profundo del corazón... Quisiera saber más ...
Nuestra amiga y vecina relata experiencias vividas en su niñez:

Nos cuenta Graciela Koch artista local, escritora que vive en La Cumbrecita desde sus comienzos, sus recuerdos sobre el constructor de tan maravillosa y misteriosa obra.

.... _Yo me acuerdo de Erwin Müller. Era un hombre muy delgado y alto, muy tranquilo, de gestos lentos, de un caminar pausado, de sonrisa tímida. Jugaba al ping-pong (deporte preferido de los cumbrecitanos de aquella época), sacando la pelota casi desde el piso. Esperaba que la pelota bajara y la atajaba desde muy abajo y con un gesto circular, grande la subía y con efecto se la chantaba a su adversario en una esquina. Era un espectáculo verlo jugar.
Vimos cómo su castillo tomó cuerpo y nos invitó a verlo por dentro. Nosotros, los chicos (yo tenía 10 años), nos maravillamos con las cosas que inventaba. Así por ej., el baño no tiene azulejos, sino está tapizado de los fondos de botellas. Prácticamente no usaba clavos y tornillos, sino hacía su construcción por ensamblaje. Claro que la gente, frente a sus extravagancias, meneaba la cabeza y lo consideraba medio loco. Para nosotros, simplemente, era una persona que hacía lo que se le daba la gana y lo hacía muy bien. Una pequeña obra de arte: su castillo.

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